Los parques infantiles acumulan 262 días sin abrir

Sergio Borja
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Estos centros, que llevan cerrados desde el pasado mes de marzo, no se atreven a abrir «por el miedo que tiene la mayoría de los padres a que sus hijos se puedan contagiar»

Los parques infantiles acumulan 262 días sin abrir - Foto: Tomás Fernández de Moya

El coronavirus afecta a muchos sectores, y uno de los más castigados está siendo el del ocio de los más pequeños. Los parques infantiles, que el pasado 14 de marzo se vieron abocados a cerrar, llevan un total de 262 días sin poder levantar la verja.

«Yo cerré antes de que se decretase el estado de alarma porque se cancelaron todos los cumpleaños que tenía para ese fin de semana», alega Cristina Jiménez, propietaria del parque infantil Grand Prix. «Mis pérdidas son del cien por cien porque cesé mi actividad hace ocho meses», aclara. «Me dieron una ayuda económica de 720 euros para hacer frente a los meses de marzo, abril y mayo, pero me lo gasté pagando la cuota de autónomos», explica angustiada.

Lo cierto es que el sector no tiene mucho futuro hoy en día, dado el deseo de los padres de proteger a los más pequeños del virus. «Las familias tienen miedo de que sus hijos se contagien», comenta. «En el mejor de los casos, si la vacuna sale en marzo, nosotros no abriremos hasta septiembre de 2021 porque siempre lo hemos hecho por campañas escolares, y cerraremos en junio de 2022», alega Jiménez. «Igual abro y me sorprendo, pero no me voy a arriesgar. Si doy de alta mi actividad tendré que volver a pagar tanto el alquiler como el agua, la luz y la calefacción», expresa. «Si supiera que me va a ir bien, lo haría, pero con las limitaciones que me han puesto para la reapertura -aforo limitado al 30 por ciento de la capacidad y distancia de seguridad-, es inviable volver a abrir al público», comenta.

El futuro de estos negocios pasa por que salga pronto la vacuna, que vaya todo bien y que la gente pierda miedo al virus. Por su parte, la propietaria de El pequeño reino, Silvia Valero, alega que tenía la esperanza de «volver a abrir en septiembre», pero con el aumento de contagios lo vio «imposible».

«Queremos que llegue la vacuna lo antes posible para recuperar la normalidad que teníamos antes del coronavirus», explica Valero. «Necesitamos también ayudas por parte de la Administración Pública, porque somos los grandes olvidados y tenemos que hacer frente a muchos gastos fijos que ahora no podemos pagar», refleja.

Ludotecas. Los parques infantiles no son los únicos locales que lo están pasando mal en esta segunda ola de la pandemia. En el caso de las ludotecas, les ha afectado también, en mayor o menor medida. En el centro infantil El Gusanito, desde que se decretó el estado de alarma en marzo hasta ahora, han perdido el 50 por ciento de los clientes que tenían. «Ahora mismo contamos con 25 niños por la mañana, de entre uno y dos años. Antes de que empezara la pandemia, teníamos 45, además de varios grupos de bebés, y casi 20 en horario de tarde. Ha sido un palo muy gordo», relata angustiada Yolanda Rodríguez, propietaria del local, alegando que ella ya tenía «reducido el aforo» antes de que apareciera el Covid-19.

Uno de los principales problemas que ve es que la gente no quiere llevar a sus hijos a este tipo de centros por miedo. «La gente está asustada», afirma Rodríguez. «Si esto no estuviera en nuestras vidas, nos iría igual o incluso mejor que el año pasado», señala con nostalgia. «Llevo afincada en Palencia quince años. Tenemos una estabilidad y creo que podremos aguantar hasta que la situación mejore», asegura la propietaria. «Tenemos ese colchón y seguiremos al pie del cañón, pero hemos tenido suerte porque nosotros no estamos tan mal como otros negocios que están metidos en un crédito grande», revela.

Esta oleada está afectando a todos los sectores, tanto de la capital como de la provincia. Es por eso que, según piensa Rodríguez, si Palencia ya estaba «mal», esta pandemia la está «destrozando a niveles enormes». «Esto es como una cadena; si les va mal a unos, nos acaba yendo mal a todos», expresa. «Si la gente cierra sus negocios o pierde su empleo, servicios como los nuestros no serán considerados de primera necesidad y no van a traer a los niños solo a pasar el rato», comenta la propietaria.

En cuanto a lo que pasará en los próximos meses, Rodríguez habla de resistir a pesar de las dificultades. «Veo el futuro muy negro, aunque hay que intentar ser positivos», manifiesta. «Tiraremos para adelante y seguiremos trabajando para que no morir en el intento», concluye Rodríguez.