Julio César Izquierdo

Campos de Tierra

Julio César Izquierdo


Endebé

28/11/2020

A ver qué puedo hacer. Tiburcio se ha quedado de cartón piedra. Ha puesto un taburete en el medio del corral y no se mueve. Se ha calado la boina hasta las cejas y tiene el mentón apoyado en la gancha. No articula palabra. Acabo de ponerle la chamarra sobre los hombros pues, aunque no hace un frío excesivo, ahí, a pie quieto, tampoco es plan. En la cocina me ha dejado una nota. Pone que está hasta el escroto y más allá. Tiene, la verdad, un careto que quita el hipo. Lo cierto es que el otro día ya estaba un tanto alterado. Harto, al parecer de los expertos médicos que proliferan como hongos y de los tertulianos a sueldo de sus partidos. Cansado incluso de los medios, que dice no dan suficiente caña. Rebosa mala leche, pero no se mueve del sitio. De vez en cuando rebuzna, literalmente. Suspire mejor, ¿no le parece? Y ni pío. Parece ser que se encuentra mejor con el lenguaje animal. En fin. Se veía venir. Tantos meses, tanta soledad, tanto cainita tocando los pies... por no hablar de los discípulos de la ventana indiscreta, de los de consejos vendo que para mí no tengo; de los listos que esputan medias sonrisas como para dejarte diáfano lo tonto que eres. Va. Que ha tocado techo y fondo a la par, lo que no deja de ser algo místico y digno de encomio, perdón, digo de estudio. Ojo. Ahora se ha levantado y parece que entra dentro porque salir afuera es todo lo contrario. ¿Trajiste la mortadela? Es que me duelen mucho los incisivos y la verdad es que ando canino. Vino. Un vaso, majo. ¿Qué hacía Don Tiburcio? Pues quedarme tieso hijo, literalmente, que ya estoy aburrido y amurriado de hacerlo metafóricamente. Que prefiero darme a la onomatopeya y al relinche. No le veo muy católico, dicho sea con todos los respetos. Nada. Ando muy hereje últimamente, sobre todo cuando quieren hacerme comulgar con ruedas de molino. Vaya. ¿Es por el coronavirus? ¿Depresión, bajona? Y parece ser que tenía que ver más con las lenguas vehiculares y las andanzas para aprobar los presupuestos. Estimado Tiburcio, ¿y a usted qué le importa ya con quién pacten para sacar la cosa adelante? Cuestión de dignidad y de memoria histórica reciente, afirma. «Y no negaré yo que a los arrepentidos quiere Dios y parece ser que más gente». Rumiando.