Rincones con mucho arte

A. Benito
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Conocer y divulgar el patrimonio cultural palentino, las tradiciones y el modo de vida en los pueblos, es la gran pasión de Jorge González. Este historiador del arte procedente de Monzón, donde reside, y de Santoyo, comparte con DP sus diez lugares

Rincones con mucho arte

PASIONES Descubrir y divulgar el patrimonio cultural palentino, dar a conocer las tradiciones y el modo de vida de los pueblos y reivindicar que se puede vivir a gusto en el medio rural. Con lo que más disfruta es mostrando «las maravillas de la provincia, nuestra cultura, nuestros palabros, nuestras tradiciones y nuestro día a día».

 

TRAYECTORIA Procede de Monzón de Campos, donde reside, y de Santoyo. Actualmente trabaja en la hostelería y gestiona el Centro de Iniciativas Turísticas Villas del Bajo Carrión y Ucieza. Estudió Historia del Arte y se especializó en Patrimonio Artístico y Territorial. Ha sido catalogador de patrimonio, guía e informador turístico. Pertenece al Bloque Joven Rural. 

 

1. Monzón de Campos. «Mi pueblo y el de mi madre. Por cierto, ¡feliz cumpleaños mami, te quiero mucho! Municipio de contrastes; llanura y ladera, industrial y medieval, verde y amarillo. Fortalezas y palacios camuflados por sus calles, que nos hablan de que Monzón, un día, fue capital de un condado. Puente largo que atraviesa el Carrión siendo sus ojos testigos de baños, amoríos, parladas entre lavanderas -según me contaba mi abuela-, ahora observa Batallas de Nabos. Siempre protegido y vigilado por su castillo que, a pesar de estar abandonado, sigue manteniéndose firme y digno en lo alto del cerro. Mucho arte que mostrar: lo antiguo en su parroquia El Salvador, lo novedoso, en el Espacio Cultural Nexo 990. Paseos cómodos por llanuras verdes y acantilados de barro, como los Castellones, o ascensos duros al páramo infinito; Monzón y sus contrastes».


2. Santoyo.«Mi otro pueblo y el de mi padre, casas de piedra y adobe que rodean y guardan a la enorme y peculiar parroquia de San Juan Bautista. La Noble Villana, noble por su esbeltez y villana porque roba el corazón a quien la conoce. De chiguito iba con mi abuela a misa y me quedaba perplejo observando los detalles del pórtico, de sus bóvedas y de su retablo mayor. Tanto arte caló hondo en mí. ¡Ay, si las bodegas de este pueblo hablasen! Qué de recuerdos y anécdotas... Uno de los lugares donde más libre se puede ser, tanto que no hace falta ni farolas. La Campanera de Joselito como himno oficial (obligado es bailarla cuando suena). Las hogueras de San Juan, las subidas a la montaña y el silencio molestando a los balidos de las ovejas hacen que siempre regrese a mi infancia. ¡Santoyo tracata… tra… tra… tra!».


3. Támara de Campos. «La Dama de Campos asoma bella y elegante entre tímidos tejados y chimeneas de enrojes, parroquia dedicada a San Hipólito el Real, joya de la arquitectura palentina, conjunto de varios estilos artísticos que rompe el llano paisaje. Posee, además, más iglesias, una de un antiguo hospital de peregrinos y otra del antiguo monasterio de San Miguel. Varias casonas, una de ellas, Villa Julia, con un estilo que recuerda a las casas de indianos del norte. Fuentes, pilones, muralla y arcos, incluso las Escuelas destacan como obra modernista de Jerónimo Arroyo.  Casi no hay calles para tanto arte».


4. Palacios del Alcor. «Pueblo entre páramos y alcores, de grandes casas con grandes piedras, de grandes mares de trigos y grandes mares de silencios. Andar por sus calles nos hace viajar en el tiempo. Casas cerradas a cal y canto, que nos muestran con crueldad que la despoblación es, cada vez, más palpable. Villa que tuvo más ovejas que habitantes, calles sin asfaltar, casas sin arreglar. Palacios es un viaje al pasado y al futuro».


5. Torremormojón. «Muchos son los miradores que tenemos en nuestra provincia, pero el que se sitúa al lado del castillo de Torremormojón será de los más curiosos. Desde ahí arriba no solo puedes disfrutar de unas buenas vistas de la llanura de Tierra de Campos, sino que puedes investigar las ruinas del castillo, en parte reconvertidas en palomar. Una vuelta por el pueblo te hará descubrir la inmensa torre de su iglesia y la enorme cantidad de palomares».


6. Astudillo.  «Donde sale el sol. Muchos son los encantos que posee esta población, sus iglesias, sus conventos, como las Clarisas y su delicada decoración, sus yeseras, sus soportales, la romería del Cristo de Torre Marte, pero destaca La Mota. Ese conjunto de bodegas en un cerro rematado por un castillo, paraje en el que he pasado muy buenos ratos, buenas charlas y buena compañía, casi siempre, viendo salir el sol».


7. Villalaco. «Municipio pequeñito, con mucho encanto y personalidad y con un spa natural. En su presa recibirás masajes con el agua de su cascada, podrás nadar, saltar y jugar cual chiguito por todos los recovecos de esta obra de la ingeniería hidráulica, creada para mandar agua del gran Pisuerga al Canal de Alfonso XIII y regar los campos».


8. Calahorra de Ribas de Campos. «Una parada obligatoria para disfrutar de la imponente ingeniería hidráulica del Canal de Castilla. Las Esclusas 22, 23 y 24 del Ramal Norte muestran grandes cascadas para que las barcazas vencieran el desnivel. Atravesar luego el río Carrión, mandar agua a las regaderas de las tierras y terminar en una esclusa de retención para controlar las riadas. Por estas tierras, el agua lo tratamos a mimo».


9. Santa Cruz de la Zarza.  «Muchos viajes en bicicleta he hecho desde Monzón a Santa Cruz, y casi siempre para lo mismo, disfrutar observando los capiteles de la sala capitular. Esas figuras y decoraciones me causaban mucha curiosidad, por qué estaban ahí, por qué tenían restos de policromía, muchos porqués que con el paso de los años fui respondiendo».


10. Mirador de Valcabado y Geoparque Las Loras. «Paraje inhóspito, donde se junta el páramo kárstico y seco de la Lora con los verdes hayedos y valles de Valderredible. Pasear por este lugar, hace que nos asombremos de la fuerza de la naturaleza y de que el paso del tiempo todo lo transforma».