1. Castillo de Belmonte de Campos.  «En Belmonte de Campos había un castillo que me imagino como el de un cuento. En la actualidad, queda una torre en ruinas que al entrar te lleva directamente de viaje al pasado. La escalera desde la planta baja conduce hasta la parte superior, desde la que se despliega una vista que domina todos los alrededores. No hay damas ni caballeros ni militares, pero queda en el aire la sensación de que en ese lugar algún día hubo vida». 

2. Ermita de San Vicente. «Esta ermita rupestre está ubicada a las afueras de Cervera de Pisuerga.Se llega a ella paseando y lo mejor es buscar un momento al final del día para disfrutarla cuando no haya mucha gente ni ruido.Es un sitio para sentarse y reflexionar mientras contemplas el atardecer».

3. Paseo de La Cascajera.  «La mejor manera que tengo para disfrutar del paseo de La Cascajera es asomándome a la ventana, algo que hice muy a menudo durante el confinamiento del año pasado y que sigo haciendo ahora aunque podamos salir. Desde mi ventana he aprendido a mirar el paseo a lo largo de los días y de los meses y he descubierto siempre nuevos detalles, las únicas novedades en días siempre iguales».

4. Santoyo.  «Tuve la suerte de trabajar durante un tiempo en el Cerrato. Esta comarca atesora pueblos con historia y carácter y, aunque muchas veces olvidadas, en ellos viven personas que luchan cada día para que la zona siga viva. De todas ellas, Santoyo es la localidad que recuerdo con mayor alegría y cariño. Tiene una iglesia muy bella e interesante a nivel arquitectónico y artístico, sin embargo, lo que personalmente me pareció más fascinante fue la zona de las bodegas, muchas casitas muy bajas que esconden espacios subterráneos, íntimos y familiares y, al mismo tiempo, lugares de trabajo y disfrute».

5. Pantano de Ruesga. «Soy siciliana, siempre he vivido cerca del mar y la verdad es que he necesitado un poco de tiempo para bañarme en un pantano. Superadas todas las dudas, puedo decir que el embalse de Ruesga está entre mis lugares favoritos para darme un chapuzón y para hacer un pícnic con los amigos».

6. Olleros de Pisuerga, su ermita rupestre y la paella.  «Me encanta Olleros en el día de la Gran Paella, que suele ser el primer fin de semana de agosto. Tumbados en la campa, comiendo paella a la sombra de los árboles, junto a una de las mas bellas ermitas rupestres y rodeados de muchas personas con ganas de pasarlo bien. No hay mejor combinación que la que une arte, paisaje y comida».

7. La Mojonera. «Es una tradición de los pueblos de Los Redondos, Santa María y San Juan, y de Brañosera, un recorrido que se hace cada nueve años para ratificar los límites entre los pueblos y una maravillosa fiesta en la naturaleza. En mi caso, un hito muy importante porque después de perderme La Mojonera del 2009, no estaba segura de poder ir a otra en el futuro. Pero ocurrió, en 2018 allí estuvimos, con el notario, los alcaldes y los vecinos en su gran fiesta».

8. Carnaval de la Galleta.  «Es un Carnaval muy divertido. Se notan las ganas de la gente de pasarlo bien y eso se ve también en los disfraces, muy currados. A lo largo de todo este tiempo en Aguilar he podido comprobar que hay personas que son más de viernes  y otras más de sábado. Pues yo soy de los del viernes y de la fiesta del cambio de sexo».

9. Carrión de los Condes.  «Es uno de esos pueblos con los que siempre vuelvo a cruzarme. Puede ser por trabajo, por un viaje con amigos o de paso, pero siempre que estoy allí, me parece un sitio muy agradable y con encanto, perfecto para callejear y pasar un buen rato».

10. Covalagua. «Este espacio natural, próximo a Pomar de Valdivia, es muy fácil de recorrer y tiene una enorme cantidad de recursos para disfrutar de la naturaleza como el mirador de Valcabado, la Cueva de los Franceses, la surgencia de Covalagua o el Menhir del Canto Hito»