Villar de Peralonso vuelve a cole

SPC
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La localidad reabre las puertas de su escuela tras más de un lustro de lucha de los vecinos con cinco niños escolarizados

Villar de Peralonso vuelve a cole - Foto: David Arranz

Siempre hay risas y llantos, primeras veces y, en mayor o menor medida, ganas. La vuelta al cole es un hervidero de emociones e ilusión por empezar un nuevo año que comienza en septiembre y que dura nueve meses en los que proyectos e ilusiones se pueden hacer realidad. El ajetreo vuelve a las aulas, las carreras con mochilas se suceden en las filas de los patios y la pena por regresar se olvida cuando dos amigos vuelven a encontrarse. 

Pero el ritmo frenético del regreso, los coches en segunda fila y el bullicio antes del sonido del timbre quedó lejos hoy en Villar de Peralonso. Este pueblo salmantino de poco más de 200 habitantes vivió el inicio de curso con sensaciones diferentes y especiales: la escuela volvió a abrir sus puertas después de seis años cerrada. Para Lara, Kevin, Marta y Leonor fue su primer día de colegio juntos. Faltaba una compañera, que, con la suerte de alargar sus vacaciones, se incorporará en los próximos días. Pero la lucha y el empeño de los padres y madres de estos cinco niños del pueblo logró que la localidad vuelva a tener uno de los lugares esenciales para que continúe la vida. El colegio. 

Neli acompañaba hoy a su hija Marta, de casi tres años, a su primer día de clase. Vecina de la localidad, mostró su alegría tras más de cinco años de esfuerzos por reabrir y rehabilitar las escuelas de Villar de Peralonso. Embarazada, su segunda hija nacerá en noviembre, y, según confesó, le tranquiliza que las niñas puedan quedarse en su entorno. "Es el primer año de Marta y, si no hubiera escuela, tendría que hacer dos trayectos de 20 minutos sola en el autobús", señaló a la Agencia Ical. Además, se mostró también contenta con las relaciones que se establecen entre los niños y niñas de diferentes edades cuya educación se imparte en el mismo aula. 

Para Leonor, de casi once años, también era su primer día en el colegio del pueblo. Aunque echara de menos a sus amigas, entre lápices de colores confesó que "nos gusta jugar con ellas (las niñas de educación infantil) aunque sean pequeñas". "Cuando no hay mucha presión de que todo lo tengas que hacer protocolario es lo más creativo del mundo, ellos lo disfrutan y se entregan, y las dificultades son menos", explicó la profesora encargada del Centro Rural Agrupado (CRA) 'El Tomillar', Raquel Arroyo. 

Defensora de la educación en los CRA, este viernes también fue su primera vez en Villar de Peralonso. En su aula cuenta con cinco niños de niveles educativos diferentes. Kevin, de diez años, llegó a España desde Rumanía y todavía no está adaptado al idioma, aunque maneja un perfecto inglés que le facilita la comunicación con la profesora y sus compañeras. Ante ello, en una pequeña clase, Arroyo apuesta por crear diferentes estrategias para trabajar de manera homogénea que puedan enriquecer tanto a la formación del niño como la de sus compañeras. 

Esta localidad es la única de la provincia de Salamanca en lograr más de tres alumnos para la reapertura de sus puertas, además de Montemayor del Río, que finalmente consiguió mantener la docencia en su centro un año más. No corrieron la misma suerte los pueblos de San Pedro de Rozados, La Fregeneda y Garcibuey, quienes vivieron cómo sus colegios se quedaban sin niños. Bien por la decisión de los progenitores de matricularlos en otra escuela o por la baja densidad de población infantil en la zona. 

El futuro mira con optimismo a Villar de Peralonso. Siempre que los padres y madres decidan apostar por la escuela del pueblo llevando a sus hijos e hijas a esta unidad educativa, el colegio tendrá un futuro de entre seis y nueve años, como mínimo, según detalló Raquel Arroyo. "Hay tres niñas más para entrar el año que viene, y los que vengan", explicó Neli, la madre de Marta, quien afirmaba convincente que, si la escuela se mantiene abierta, las familias del pueblo apostarán por quedarse en él. 

"Sin colegio, en el pueblo no hay vida", sentenció la profesora. Mientras, Leonor, Kevin, Marta y Lara jugaban en el parque del patio del colegio en la vuelta al cole más especial para esta pequeña localidad salmantina. Las puertas se abrieron de nuevo con la previsión de no cerrarse en años. Un gesto que, mientras en muchas zonas es habitual, en el mundo rural se está convirtiendo cada vez más en una fortuna que no muchos pueblos pueden contar.