Editorial

Autónomos, entre la incertidumbre de la crisis y el afán de supervivencia

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La buena noticia es que un 66% de los 12.900 de la provincia pagará menos con los nuevos tramos de cotización

La provincia de Palencia ha perdido 161 profesionales autónomos entre junio de 2021 y junio de 2022, situándose la tercera de la región en ese ranking negativo, aunque por delante de las demás en coeficiente porcentual con un 1,2 por ciento. Es un dato preocupante, al decir del presidente de ATA Castilla y León, el palentino Domiciano Curiel. Lo es por lo que supone de pérdida de actividad económica y empleo, pero lo es también porque si las condiciones no mejoran a la hora de emprender un negocio propio, podemos quedarnos sin relevo generacional. Y eso es algo que tiene muy mal remedio. 

La buena noticia para casi siete de cada diez autónomos palentinos -unos 8.500 del total de 12.900- es que a partir del 1 de enero de 2023, en que entren en vigor los nuevos tramos de cotización, estos trabajadores por cuenta propia pagarán menos. Un 9 por ciento abonará lo mismo que en la actualidad y un 25 tendrá que pagar más.  La norma se ha fijado para tres años, en los que se verá si funciona correctamente y es eficaz. El Gobierno quería que fuera para nueve, pero los afectados han conseguido reducir la temporalidad.

 Pese a todo, la crisis económica derivada de la pandemia del coronavirus y agravada con la escasez de suministros, la inflación y los problemas derivados de la guerra de Ucrania, tiene a muchos de estos profesionales en la cuerda floja. Es, a juicio de Curiel, la «tormenta perfecta» que une un descenso generalizado del consumo y el envejecimiento de la población, incluidos los propios autónomos que acusan esa falta de jóvenes emprendedores que dinamicen y hagan crecer el colectivo, en provincias de interior como la palentina, circunscritas al ámbito de la España vaciada. Por eso, las nuevas normas que permitirán a los autónomos cambiar sus tramos de cotización hasta un máximo de seis veces al año, en vez de cuatro como ahora, son positivas. Y es que contemplan la flexibilidad a la que se enfrentan en el día a día, con un mercado ralentizado, fluctuaciones en la demanda, altos costes energéticos, una inflación disparada y  la inminente imposición de las medidas de ahorro energético.

No ha de ser fácil imponer la resiliencia y el afán de mantener en pie la empresa propia en medio de tal incertidumbre y, de hecho, pese a que los autónomos de Castilla y León están aguantando este fuerte tirón de la crisis económica, avisan del riesgo de fractura en el último trimestre del año. El comercio es el sector más castigado y lidera la pérdida de afiliados al RETA, al arrastrar de manera significativa las consecuencias de la pandemia. La hostelería, en cambio, ha incrementado su actividad y el número de autónomos una vez recuperada la normalidad en el campo del ocio.