Las medidas restrictivas decretadas por la Covid-19 han puesto en jaque la supervivencia de numerosos sectores que, como el cinematográfico, permanecieron sin activiad desde hace meses y, cuando volvieron, lo hicieron con una merma de ingresos considerable.

El miedo al contacto en espacios cerrados y la nueva ola de contagios, que han reducido el número de espectadores en distintos espectáculos, lastra una situación que costará repuntar, aunque los duelos de la salas apelan a la confianza del público y al hecho de que cuentan con una oferta se ocio muy segura y de calidad.

«El aforo reducido ya lleva tiempo vigente y por sala ahora podemos tener un máximo de 25 butacas independientente de la capacidad total, respetando siempre las medidas de distancia de 1,5 metros», dice Javier Margareto, gerente de los cines Ortega y Avenida.

Para demostrar la pérdida económica, ilustra con un ejemplo la situación. «Hay una sala pequeña donde se mete incluso menos de 25 personas, pero en la de100 espectadores y en la de 700 la cifra sigue siendo la misma. En total tenemos cuatro salas en el Ortega y seis en el Avenida y creemos que la gente valora que hay seguridad», explica, al tiempo que indica que el problema añadido ahora es que, con las medidas sanitarias, ha tenido que suspenderse uno de los montajes del Festival de Teatro del Ayuntamiento y tampoco podrá llevarse a cabo la actividad del Cine Club Calle Mayor.

proyecto alternativo. Al menos el último proyecto de la familia Margareto, Cines y eventos outdoor OMY, pudo concluir la temporada de verano con cierto alivio económico y una gran acogida de cine y espetáculos al aire libre por parte del público local y «muy buenas sensaciones con una gran satisfacción», según afirma el encargado de Cines Palencia, Javier Margareto. Este espacio, situado en el polígono San Antolín, proyectó largometrajes, albergó monólogos y conciertos durante todo el verano, con un total de 77 sesiones a lo largo del estío desde el 26 de jumio. Esta idea se materializó «tras largos meses de confinamiento, en los que la gente solo quería salir y desconectar de las malas noticias durante un tiempo de un modo seguro», explica Margareto.