Un almanaque muy particular

Jesús Hoyos
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Una empresa cántabra ha creado el Palendario con el apoyo de Plaspisa. Incluye ilustraciones hechas a mano y recoge refranes, festejos y tradiciones de la provincia

Ejemplo de lo que uno puede encontrar en el Palendario - Foto: DP

En algunos pueblos de la provincia era tradición que el 30 de abril, por la noche, los mozos pusieran la enramada a las novias. Para ello, colocaban en el balcón de su amada una rama de árbol de la que colgaban dulces, rosquillas, frutas, lazos o flores. También podían hacerlo en la noche de San Juan y, en ambos casos, era símbolo de que su relación avanzaba por buen camino.

Esta y otras muchas tradiciones palentinas se recogen en la original iniciativa en forma de almanaque que lleva por nombre El Palendario, creación de la empresa cántabra El Candelario que cuenta con el apoyo de la firma palentina Plaspisa.

A lo largo de las doce páginas correspondientes a los doce meses del año, El Palendario recoge todo tipo de refranes junto a los productos de temporada, un calendario de siembras, labores de jardinería y curiosidades como cuántos minutos de sol se ganan, o se pierden, cada mes que pasa. Coplas, fiestas, ferias, mercados y acontecimientos culturales, gastronómicos y folclóricos completan cada una de esas hojas.

Ejemplo de lo que uno puede encontrar en el PalendarioEjemplo de lo que uno puede encontrar en el Palendario - Foto: DPEs una adaptación provincial del Candelario, un proyecto afianzado en Cantabria. «Surgió buscando un producto publicitario que perdurara y tuviera valor para regalar. Dándole a la cabeza se me ocurrió poner cosas de toda la vida, como canciones, recetas de cocina, oficios y muchos más cosas que también hemos recopilado en libros», explica a DP el cántabro Laslo Kardos, impulsor y creador de la idea hace ya 22 años.

El gerente de Plaspisa, David García, es un «buen amigo» suyo y un entusiasta del Candelario. Por eso les sugirió hacerlo en Palencia. «Nos pusimos manos a la obra y hemos sacado algo que a priori era para él y su gente pero que él mismo nos ha ayudado a difundir a través de diferentes comercios», añade.

«Tomamos como espejo las tradiciones de nuestros abuelos de principios del siglo XX y las intentamos recopilar para que no se pierdan por el camino. Normalmente no figuran en los libros y se trata de incluirlas a través de informantes que en muchos casos son desconocidos y a través de unos y otros nos sugieren y nos cuentan», explica Kardos acerca de un producto que, en el caso de Palencia, incluye ilustraciones y textos que van desde el esquileo, la danza y las casas blasonadas de Cisneros a las marzas de Brañosera y los dulzaineros de Baltanás, pasando por los caminos de peregrinación, el aluche, los chozos de pastores de Tierra de Campos y las galletas de Aguilar de Campoo.

«Lleva muchísimo trabajo y se tarda años en conseguir la rentabilidad de un producto así, pero nos ha gustado y la idea es seguir haciéndolo en futuros años. Nos gusta el riesgo», asegura Kardos, que ya trabaja junto a su equipo en el de 2023. Además, tienen previsto desplazarse hasta la provincia en marzo para buscar el apoyo de las instituciones de cara a un trabajo que les llevará de siete a ocho meses entre la recopilación de información y la realización de las ilustraciones.

 

Documentación. Además del boca oreja y la transmisión popular, el proceso de documentación es profundo, según una de las ilustradoras del Palendario, Beatriz Cea. La joven de 31 años, que ha trabajado en el producto durante cuatro meses y lo ha compatibilizado con otros, explica que lo primero que hicieron es informarse. «Buscar documentos sobre la etnografía y el patrimonio de Palencia para situarnos en el mapa y ver qué cosas nos resultaban interesantes para introducirlas, de forma que el resultado fuese algo variado», comenta Cea. «En la selección buscamos la variedad y la relevancia. Nos hemos dejado fuera mucha información porque era imposible concentrarla en un solo ejemplar», apunta.

Tras ese proceso selectivo, estudiaron los elementos más a fondo para incluir de forma precisa textos cortos que, «a través de pequeñas píldoras, concentren al máximo la información más relevante». Para ello, emplearon contenidos recogidos en la Fundación Joaquín Díaz, en páginas web de diferentes ayuntamientos de la provincia, en el Aula de Etnografía y Cultura Tradicional de la Universidad Popular de Palencia (UPP) y en libros de etnógrafos como Carlos del Peso.

El siguiente paso fue trabajar en las ilustraciones, una labor que les ha correspondido a ella y al ilustrador, músico e investigador de las tradiciones y folclore cántabro Alberto Martínez Beivide. «Todo está hecho a base de dibujo a mano tradicional con lápiz sobre papel. Usamos siempre la misma estética para que pueda servir como hilo conductor», concluye.