Víctor Arribas

VERDADES ARRIESGADAS

Víctor Arribas

Periodista


El atentado

29/01/2023

Aunque el peligro nunca ha desaparecido del todo, los europeos y los occidentales vivimos tranquilos desde hace años porque ya no hay atentados importantes con motivación islamista radical. Si acaso, algún chalado con un cuchillo matando a algún viandante en Berlín o en París, pero no busquen esas noticias en los medios porque parecen no interesar demasiado. Es más importante, por supuesto, un buen tiroteo en Wisconsin, Florida o Arizona, que además nos permite debatir sobre si los americanos deberían dejar de tener un arma de fuego en su almohada, mientras los americanos son ajenos a los debates de los europeos sobre su derecho constitucional, democrático y ancestral a portar armas. Pero esta semana las cosas han cambiado súbitamente. El terrorista de Algeciras nos ha despertado a todos del letargo, de la somnolencia en la que voluntariamente vivimos desde que los chavales de la mezquita de Ripoll siguieron al pie de la letra los postulados del imán que les condujo a la radicalización asesina y se lanzaron con su furgoneta y sus machetes a matar gente en Las Ramblas. El sueñecito placentero de una sociedad ciega que da la espalda a la realidad para que no le moleste ha terminado. Otra vez estamos amenazados por una horda ente lo religioso, lo ideológico y lo criminal, que odia lo que representan las democracias y las sociedades de progreso en Occidente y que podrá estar en letargo durante décadas, pero nos obliga a no bajar la guardia ni un segundo en el combate contra todos y cada uno de sus resortes.

En este contexto de blandenguería frente a la amenaza, sorprende de forma alucinante la confusión que reina respecto a qué es lo que ocurrió en las iglesias de San Isidro y Nuestra Señora de la Palma de la ciudad gaditana el miércoles por la noche. Instituciones, la Policía, las televisiones, radios, agencias de noticias y digitales emiten después de lo ocurrido comunicados advirtiendo que aún no puede asegurarse que estemos ante un atentado terrorista, que se investiga si es un atentado o no. Todavía doce horas después del suceso, el ministro de Interior aún pedía a la sociedad prudencia para calificar el ataque. Parece que nos da miedo llamar a las cosas por su nombre. Parece que sólo si hay una motivación yihadista puede calificarse la barbaridad de Algeciras como atentado, no vayamos a molestar a no sé quién. Fuera lo que fuera el motivo que llevó a este asesino a coger la catana y matar al sacristán, fuera un mandamiento divino de Alá, una locura transitoria o el resultado de los opiáceos que hubiera consumido, lo que hizo Yassine Kanjaa es con todas las letras un atentado terrorista. Mata a una persona, lo intenta con otras tres, apuñalando a los fieles cristianos y causando el terror en dos templos. ¿Qué más necesitamos para quitarnos la venda de los ojos?