Tributo a la diva del soul con sonido aguilarense

Jesús Hoyos
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La violinista Mónica Rubio, con raíces en la villa galletera, homenajea a Amy Winehouse en el décimo aniversario de su muerte con una versión propia de su icónico 'Back to Black' y un videoclip rodado en una sala de jazz de Almería

Tributo a la diva del soul con sonido aguilarense - Foto: OMARFOTOGRAFIA

El pasado 23 de julio se cumplían 10 años de la muerte de Amy Winehouse, la estrella del soul que aún brilla en el mundo musical. Fue el momento perfecto para que la profesora y violinista Mónica Rubio, bilbaína de nacimiento pero aguilarense de corazón, se decidiera a comenzar su particular transición hacia el canto de sus propios temas y composiciones. El paso previo ha sido el cover, es decir, una versión propia del icónico tema Back to Black de la artista londinense, que ha llevado a su propia sensibilidad «con mucha humildad, respeto y cariño».

Su padre es de Villallano, pero su familia ha crecido, veraneado y disfrutado de las vacaciones en Aguilar de Campoo. «Siempre digo que una parte de mi felicidad e infancia está en Aguilar», explica Rubio, quien mantiene un vínculo «muy fuerte» con la villa galletera, a la que volvía en verano, Semana Santa y navidades desde Bilbao, donde nació porque su padre trabajaba allí de profesor. «Mis mejores amigas, Bárbara y Caridad, son las del pueblo, de cuando teníamos 6 o 7 años. Lo siguen siendo. Son también muchos familiares los que tengo allí. Fueron muchos buenos momentos, especialmente los paseos con mis abuelos por la plaza de Juan Martín», recuerda Rubio.

Su relación con la música comenzó cuando era muy pequeña. «Quería ser como mi hermano, que tocaba el piano», explica. «Cuando yo también quise empezar a tocarlo, mi padre no me dejó. Decía que íbamos a volver locos a los vecinos. Me compraron un violín diciéndome que me cansaría pronto, pero no lo hice», afirma. Pronto comenzó la carrera oficial en el Conservatorio Superior de Bilbao, en el que, durante 10 años, se especializó en violín clásico. Después, estudió en el Reina Sofía de Madrid, una escuela internacional «de lo más potente que tenemos en España», subraya, y continuó formándose en Alemania. Siempre con profesores rusos, de los que aprendió su técnica.

Además, ha vuelto varias veces a tocar a Aguilar. Por ejemplo, en el intento por que no cerraran la fábrica de Fontaneda. «Siempre he estado muy vinculada», asegura. Sus veranos, asimismo, se convertían en «una pequeña gira, un tour por Alar, Herrera o Cervera».

Eso sí, toda la vida ha querido cantar. Y lo ha hecho, pero no en público. «No me atrevía. Hace poco he empezado a compartirlo con la gente», revela.

Ahora reside en Almería, donde es profesora de música, de violín en concreto. Rubio cree que la vida «son fases». «Aunque adoro a mis alumnos y soy muy feliz dando clases en el conservatorio, creo que esa etapa está cumplida. Me gustan los retos y el siguiente lo veo como un desarrollo personal y profesional», aclara. Se refiere a la transición que quiere realizar hacia la dedicación completa a cantar y tocar sus propias composiciones.

Covers’. Rubio comenta que, aunque ha tenido una carrera violinística «muy bonita», durante un problema de salud que le impedía tocar, se dedicó a escribir canciones y, «poco a poco», surgió la necesidad de cantarlas. En el proceso de cambio, el término medio eran los covers, es decir, versiones de temas ajenos. Back to Black ha sido el primero que se ha atrevido a cantar. «Barajé este porque ella me encanta y era un reto poder hacerlo», explica al tiempo que alaba la «contundencia» de su música y carrera.

Una trayectoria que captó su atención y la hizo parte de su cultura musical, en la que se incluyen influencias que van desde Bach, Chopin -«se lo pongo a mis hijos», revela- o Tchaikovsky, a Céline Dion, Barbra Streisand o Rosana.

Le preocupaba cómo encarar este homenaje a la diva del soul. «No iba a hacer una copia, la tengo mucho respeto y no se la puede imitar. Quería llevarlo a otro terreno, ser capaz de cantarlo con mi sensibilidad», añade. Buscando cambiar la sonoridad del tema, se decantó por un piano para acompañar. Con el fin de conectarlo a su carrera de violín, eligió uno clásico para darle «un punto elegante».

Es ahí donde aparece su compañera en este cover Esther Peñas. «Ha hecho un arreglo que le ha dado un color jazzístico muy bonito. Me pareció muy apropiado hacerlo de esta manera porque a Amy también le encantaba el jazz», subraya.

El videoclip del cover, que terminó de rodarse el pasado jueves, se ha grabado en la sala Clasijazz de Almería, un «pedazo de club de jazz» que le va a dar «mucha solera al videoclip y lo va a llevar a un terreno muy realista», explica.

Grabar algo así es, para ella, «tirarse a la piscina». «Soy bastante concienzuda. Una vez que decidí hacerlo, buceé aún más en la vida de Amy. Quería reflejar su vida y hacerlo muy personal», señala. «Se ha ambientando en la sensación de estar tocando el final de un concierto en un club de jazz que se va quedando vacío», detalla acerca del videoclip, cuyo adelanto acumula 10.000 visitas en su canal de YouTube.

Pandemia. Con la pandemia y la consiguiente cancelación de todas las actuaciones, y «afectada por lo que íbamos pasando», Rubio escribió varias canciones que, «cuando llegue el momento, saldrán». «Me volqué en los proyectos de composición propia. Fue un encierro que te obligaba a mirar hacia dentro», opina. Quiere que, en esta nueva fase de su vida, todo lo que salga sean creaciones suyas ya que componer la «ayudó a sobrevivir».

«Soy una persona extremadamente tímida y, cuando no puedo expresar mis sentimientos con palabras, lo hago a través de las canciones. Es una herramienta de supervivencia», explica la cantante, quien se sorprende cuando la gente le dice que actúa con garra y seguridad. «Si supieran que mi personalidad es justamente lo contrario», dice Rubio. «La música tiene esa faceta de compartirla con los demás. Hay que asumir el shock y una cosa acaba venciendo a la otra», concluye.