Purificación López Aguado -Puri para todo el mundo- nació un frío día de febrero de 1956 en Palencia. «Fue un parto difícil y tuvieron que traer a mi madre a una clínica para hacerle una cesárea porque yo venía mal colocada y era muy grande. Además una pala tuvo que quitar la nieve de la carretera». Así explica su llegada al mundo esta mujer enamorada de Monzón de Campos, el pueblo de su familia paterna y materna, el de su infancia, su juventud y su madurez, el de su vida profesional y el de la jubilación que disfruta desde hace ocho años.

Entre sus recuerdos de infancia, destacan los relacionados con la llegada de sus tíos de Madrid al pueblo en las vacaciones. «Se juntaban nueve hermanos y veintisiete primos, mi abuelo tocaba el acordeón y los niños bailábamos y jugábamos a su alrededor; era como una fiesta y lo pasábamos muy bien», rememora. 

También habla de la estrecha relación con sus hermanos -es la cuarta de seis-, de lo mucho que jugaban en el corral y de que «siempre había buen ambiente». Como otras muchas familias numerosas, no hacía falta que llegara gente de fuera para asegurar la diversión. 

Una de las pocas cosas que  lamenta es precisamente que «la niñez no va a volver» y que muchos se hayan ido «para siempre». Las pérdidas que va dejando el paso del tiempo, como la de su marido, hace doce años, son los hitos tristes, pero nuestra protagonista es ante todo y sobre todo una persona positiva, que gusta de ver el lado bueno de las cosas y sacarle el jugo a las situaciones remando a favor. «De las muchas crisis que ha habido siempre hemos salido adelante», subraya. La suerte, la fuerza de voluntad, el trabajo y la disponibilidad personal son fundamentales para conseguirlo.

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