Ilia Galán

Ilia Galán


Moverse: izquierda, derecha...

04/04/2022

Fundamental es en nuestra época, y también en otras, facilitar la movilidad de unas zonas a otras, conectando poblaciones. Solo en los últimos tiempos la amenaza de poner aranceles en las autovías -barreras económicas que, además, nos frenan físicamente en los viajes- propuestos por el gobierno de Madrid y el alza de los precios en los carburantes están hundiendo este modelo y bien podemos verlo en nuestros precios, cómo crecen mientras nuestros bolsillos se vacían. Las gentes, por ahorrar, pasan frío en sus casas o dejan de alimentarse sanamente, apenas se compra como antes y comerciantes, productores o transportistas se hunden entre problemas, intensificados por la ucrania guerra. Si España fuera más autónoma en producción y en energía sufriría menos esta crisis maldita. 
Ya en verano la Diputación preparó un bono rural gratuito que facilitó desplazamientos a los vecinos de la comarca, y así están conectados más de doscientos treinta pueblos, como Guardo, Aguilar y Saldaña, por ejemplo. Más de setenta mil personas podrían acceder a este servicio de transporte según la demanda, algo pionero, nuevo y bueno. Esta iniciativa popular demuestra cómo quienes gobiernan, catalogados como derechas, trabajan por el bien de todo el pueblo y a veces con más empeño por los más humildes que otros que se dicen socialistas y comunistas, supuestamente de izquierdas, pero que favorecen a quienes pagan, preparando peajes y más impuestos, lo que perjudica a los más desfavorecidos. Así actúa el gobierno. Las derechas ahora se muestran más cercanas y amigas de los pobres y los obreros; las izquierdas, en cambio, confinan su ideología en torno al sexo, dejando que el gran capital nos aplaste a todos, pues las grandes multinacionales siguen creciendo, mientras se arruinan clases medias, agricultores, ganaderos y obreros.
La movilidad demuestra cómo nos quieren frenar desde este gobierno pseudoespañol, con normas contra la libertad y persiguiendo a la mayoría, para recoger su calderilla. Si siguen al alza los impuestos, volveremos a reclamar a Robin Hood como modelo.