La capital recibe el año con un Bautizo del Niño más largo

César Ceinos
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«Se trata de que todos disfrutemos», aseguró el hermano mayor de la cofradía del Dulce Nombre, Ángel Gutiérrez

La capital recibe el año con un Bautizo del Niño más largo - Foto: Sara Muniosguren

La capital dio ayer la bienvenida al año nuevo de la manera tradicional: cantando el villancico del Ea. Después de dos años de parón por culpa del coronavirus, vecinos y visitantes de todas las edades se congregaron en la iglesia de San Miguel para vivir en primera persona una de las fiestas más autóctonas del calendario palentino, el Bautizo del Niño. Por esta razón, el desfile fue más lento que en ediciones anteriores. «Se trata de todos disfrutemos del niño», aseguró Ángel Gutiérrez, el hermano mayor de la cofradía del Dulce Nombre de Jesús, la encargada de organizar esta popular cita navideña.

Como es habitual, la tarde comenzó con la celebración del rosario y la renovación de las promesas del bautismo. El templo en el que la leyenda narra que Rodrigo Díaz de Vivar El Cid Campeador contrajo matrimonio con Doña Jimena se llenó de devotos que querían disfrutar de una festividad interrumpida por un virus. No eran los únicos. A las 16,45 horas ya había mucha gente concentrada en la puerta del edificio religioso. Probablemente, los que más ilusión tenían eran los más pequeños. Sabían que tras la procesión se iban a llevar caramelos a casa y eso se notaba en el ambiente. Alguno llevó hasta un pequeño tazón para coger más dulces. No todos los días tienen esta oportunidad y no quisieron desaprovecharla.

Por su parte, los más mayores se dedicaron a hablar con familiares y amigos mientras hacían tiempo para cantar el tradicional «Ea, que eres como una perla. Ola, que los niños te adoran. Oye, que te rondan pastores. Vaya, que eres sol refulgente. Niño del alma, Niño del alma». La espera, en esta ocasión, se hizo más agradable al acompañar el tiempo. Incluso facilitó que más de uno se acercara hasta San Miguel. El abrigo, obviamente, fue necesario en el primer día de enero, pero el frío al que están acostumbrados los palentinos en invierno no hizo acto de presencia.

NOVEDAD. Tras la finalización del rosario y la renovación de las promesas del bautismo arrancó la procesión del niño, que estuvo encabezada por el obispo de Santander, el palentino Manuel Sánchez Monge. Lo hizo en el interior del templo con los bailes tradicionales de los cofrades Julio y Conchi Belloso y Yoli y Rosa Ana Martínez al ritmo de la dulzaina y el tamboril de los Dulzaineros de Ampudia. Estas danzas fueron una de las novedades de la fiesta de este año, ya que llevaban tres décadas sin hacerse, según explicaron los propios bailarines. Posteriormente, se trasladó la talla al exterior de la iglesia, donde fueron pasando por las andas todos los asistentes que quisieron para mecer al niño. Primero fueron los religiosos y luego, las autoridades civiles, entre las que se encontraban el alcalde de la ciudad, Mario Simón; la presidenta de la Diputación, Ángeles Armisén; el subdelegado del Gobierno en Palencia, Ángel Domingo Miguel, y el delegado territorial de la Junta de Castilla y León, José Antonio Rubio Mielgo. Tras ellas, les tocó hacerlo a los cofrades del Dulce Nombre de Jesús y, por último, a los palentinos que quisieron. Algunos se sabían el  Ea, pero todos los asistentes pudieron cantarlo porque los organizadores entregaron folletos con la letra. 

En la calle, la parte musical se la repartieron entre los dulzaineros ampudianos y la Banda Municipal de Palencia, que interpretaron los compases del Ea.Cuando sonaron los instrumentos populares también bailaban los danzantes, que fueron por entre el estandarte de la cofradía y la talla del niño durante toda la vuelta a la iglesia a San Miguel.Esta experiencia fue muy positiva, aunque, como ellos mismos admitieron, el cansancio también hizo mella según fue avanzando el desfile . «No estamos acostumbrados a bailar el 1 de enero, pero a la gente le está gustando», declararon.

MADRINAS. El Bautizo del Niño de 2023 también dejó un gran sabor de boca en la madrina, María Victoria García, y en la madrina niña, Lidia Paz. «Lo he vivido con mucha ilusión. Es un honor para mí.La experiencia es inolvidable», explicó la primera. Por su parte, la segunda manifestó que recordará «toda la vida» esta fiesta. 

Por último, Gutiérrez tampoco pudo esconder su felicidad tras el lanzamiento de los 400 kilos de caramelos desde los balcones de la CasaRectoral. «Me he emocionado positivamente al ver a gente porque llevábamos dos años sin ver a nadie», aseveró tras recalcar que tanto la iglesia como la calle «estaban llenas». «Creo que se ha bailado más que nunca»,  concluyó el hermano mayor de la cofradía que organiza esta Fiesta de Interés Turístico Nacional desde 2015.