Vacas y caballos para prevenir y reducir fuegos

Almudena Álvarez (EFE)
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Un estudio de la Cátedra de Micología de la UVa subraya el papel del «ganado bombero extensivo» para prevenir grandes incendios y las densidades recomendables de limpieza con especies autóctonas vacunas, equinas y caprinas

Vacas y caballos para prevenir y reducir fuegos

Un estudio de la Cátedra de Micología de la Universidad de Valladolid (UVa) en el campus de La Yutera subraya el papel del ganado bombero extensivo semoviente» -un término que indica que se mueve por sí mismo, lo que se aplica especialmente a la cabaña ganadera- para prevenir grandes incendios y establece densidades recomendables para la limpieza del monte, con especies como una vaca avileña por cada diez hectáreas o dos cabras coloradas en una. Los trabajos realizados durante años por los investigadores de la Cátedra indican que el pastoreo extensivo a través de  ganado autóctono «resulta absolutamente necesario» para impedir, o al menos reducir considerablemente, los grandes incendios forestales.

«A medida que las grandes sequías se recrudecen y que las altas temperaturas y condiciones climáticas empeoran, la amenaza de fuegos salvajes y fuera de control se dispara», ha explicado a través de un comunicado remitido a Efe Pablo Martín, ingeniero de Montes y subdirector de la Cátedra de Micología UVA IUFor, en el campus de Palencia. Pinto asegura que el aumento de la presencia de rebaños de ganado autóctono y trashumante en ciertas áreas peligrosas «impediría la extensión y reproducción de los incendios y facilitaría enormemente su extinción».

De hecho, se ha comprobado que razas de vacas como la morucha y negra avileña, la parda alistana sanabresa, las catalanas albera y bruna, la vaca tudanca, la asturiana del Cantábrico o las berrendas y pajunas andaluzas «son razas valiosísimas frente a los megaincendios», como añade el director de la Cátedra, el ingeniero de Montes Juan Andrés Oria de Rueda.

Ambos señalan que desde hace milenios el ganado autóctono ha ayudado a mantener la vegetación vigorosa y a controlar los matorrales y herbazales secos e inflamables del ardiente verano bajo clima mediterráneo. «Una sola vaca brava es capaz de comer de 20 a 30 kilos de hierba seca e inflamable cada día y una manada bovina de 50 cabezas establece rápida y espontáneamente un área natural cortafuegos que impide el avance de incendios», apuntan. Es un efecto que se complementa de modo eficaz con el ganado caballar, lanar y cabrío.

«Hasta tal punto dificultan la propagación de los incendios forestales que se les denomina ganados bomberos», ya que son razas autóctonas que están adaptadas al terreno y al clima y se alimentan de hierbas y leñosas duras y combustibles, limpiando con su actividad los montes, han añadido. De esta forma, facilitan que los bomberos accedan de forma segura a los montes en caso de fuego, evitando tragedias humanas.

densidad de terreno. Por ello, el estudio ofrece algunas recomendaciones en cuanto a la densidad recomendable de «ganado bombero extensivo» en los montes peligrosos para evitar el avance de los incendios forestales. Por ejemplo, se recomienda una vaca avileña o un caballo losino en 10 hectáreas o dos cabras coloradas en una hectárea de monte. Además, las razas autóctonas escalan fácilmente las zonas más escabrosas de los montes donde los incendios suelen ser incontrolables y ayudan de modo natural a la discontinuidad de combustibles, al consumir tanto paja seca como las ramas bajas de árboles.

En este sentido, el estudio señala que cada tipo de ganado aprovecha y controla los distintos vegetales de modo diverso y eficaz, desde el ovino y cabrío de menor talla hasta el caballar, asnal y bovino.

Los rebaños de cabras trashumantes (raza verata, serrana, retinta, etc) ayudan especialmente a impedir los grandes incendios forestales pues tienden a consumir material leñoso de árboles y arbustos pirófitos, por lo que eliminan hasta la quinta parte del combustible leñoso de modo muy eficaz y natural. Los burros y caballos consumen paja seca de lastones y espinosos cardos inflamables, muy peligrosos cuando se secan por ser el frecuente inicio de megaincendios. De esta manera, modelan los ecosistemas requeridos por la fauna y la flora silvestre de zonas abiertas, tal y comp se explica en el estudio.

Por ejemplo, se ha comprobado en estos trabajos, que las vacas bravas, pasiegas y de montaña son mucho más respetuosas con los nidos de aves terrestres, que las razas exóticas o industriales, como la Limousine, frisona o charolesa.

Además, los ganados originarios aprovechan mejor los pastos de modo rotacional, mientras que las nuevas razas de ganado desperdician más de un 50 por ciento el pastizal, están estabuladas en naves, se alimentan con piensos y no pueden sobrevivir en los montes. 

Por otro lado, en el estudio publicado por la Cátedra de Micología de la UVa en el Campus de La Yutera de la capital se analiza cómo el ganado autóctono extensivo recupera, mantiene y promueve la producción de  varios tipos de setas comestibles apreciadísimas, como la seta de cardo, el perretxiko, las galampernas, cucurriles o cogomellas.