Se habían marchado, los ancianos a los hospitales o con los hijos, cuando ya necesitaron cuidados; otros, maduros, a buscar mejores trabajos... No pocos fueron al otro mundo y abandonaron pisos y casas en la aldea petrificada, dejando poco a poco que las goteras crecieran. Se iba despoblando y los precios iban desplomándose... Pero poco a poco llegaron jóvenes a habitar con sus perros y gatos, con sus familias nuevas, en torno a un bar bajo la parra, ahí en esa tranquila Maremma de la bella Toscana... Habían estudiado, habían habitado las grandes ciudades y buscaban un rincón tranquilo donde vivir la paz... Llegaron alemanes que ahí se refugiaron de sus inviernos infernales, franceses, holandeses..., e hicieron comunidad, volvieron a abrirse algunos negocios, había trabajo en el campo o en los restaurantes, ya con otro estilo, y tenían tiempo para seguir cultivando la fotografía, como Martina o Alberico...
Actualmente, vienen de la universidad de Siena los antropólogos a estudiar este efecto que une a los antiguos aldeanos con los nuevos, ex-ciudadanos, en una convivencia pacífica y renovada, con otro modo de habitar la campiña, con jóvenes o personas maduras que han llegado a dejar la carrera académica y con su doctorado bajo el brazo prefieren vivir en una especie de gran familia donde nadie es juzgado por sus costumbres, creencias o tendencias... No importa lo que hagas si no molesta uno a los demás. Escritores, filósofos, artistas van llegando y comprando casa, se alzan los precios, las calles van repoblándose de vida y los niños ríen o lloran demostrando que todo puede renovarse.
En España la despoblación es cada vez un problema más importante. Lo esencial es tener un domicilio a mano, económico, pues eso les atrae y, luego, los puestos laborales... Pero hoy la tierra está abandonada, importando fruta o cereales más allá de los mares... Y, sin embargo, puede ser rehabilitada, también trabajando desde casa: el campo cibernético... Hay modelos de vida que pueden volver a inventarse, la vida rural de Virgilio vuelve, la tranquilidad del antiguo Nazareth, el lugar donde el milagro puede ocurrir reinterpretado.