Con la vista puesta en Moncloa

Pilar Cernuda
-

El Partido Popular estrena nuevo presidente, equipo y otras formas de trabajar con un objetivo claro, ganar las próximas elecciones con la holgura suficiente como para no depender de nadie

Con la vista puesta en Moncloa - Foto: Julio Muñoz

El PP cambia de cartel. Alberto Núñez Feijóo convertido ya en nuevo líder del partido encara su camino hacia la Presidencia del Gobierno, que los militantes de la formación están convencidos de que, esta vez sí, pueden alcanzarla. 

En los últimos meses, a las certezas respecto a las posibilidades de Pablo Casado siguieron las dudas y, desde la confrontación con Ayuso, de nuevo certezas pero en el sentido contrario a las iniciales: no le veían ninguna posibilidad de ganar a Pedro Sánchez. Ese sentimiento, generalizado, es el que provocó su caída. En solo una semana se revolvió la mayoría del Comité de Dirección, de la Ejecutiva y de la Junta Directiva Nacional. Y, ahora sí, Alberto Núñez Feijóo estuvo dispuesto a dar el paso que no dio hace cuatro años. Eran tantas las ansias de cambio, ansias de Feijóo, que en el proceso previo a la presentación de candidaturas que se presentarían en el congreso, consiguió el respaldo del 99,6 por ciento de los militantes.

Su principal reto será no defraudar las expectativas que se han puesto en él. Y, también, dejar bien resuelto el problema de su sucesión al frente del Gobierno gallego. Ya ha renunciado a la Presidencia regional del partido, obligada por los estatutos del partido, y se tomará unas semanas antes de dejar la Xunta en manos de un sucesor que pretende Feijóo que tenga el mayor apoyo posible de los populares gallegos. Son varios los nombres que se barajan, con tres como más probables sucesores, los dos vicepresidentes, Alfonso Rueda y Francisco Conde, así como el portavoz parlamentario Pedro Puy, sobrino de Fraga y que ha dado pruebas sobradas de su formación y sus capacidades dialécticas. Sin embargo, que se den estos nombres como los más probables, no significa que Feijóo vaya a proponer a alguno de ellos. El todavía presidente de la Xunta aún no ha señalado a nadie con su dedo, pero se tiene la certeza de que el PP gallego aceptará los deseos del nuevo líder nacional. No sería extraño que, como ha hecho en otras ocasiones, se saque de la manga un nombre que nadie ha manejado hasta ahora.

Al menos hasta el inicio del verano Feijóo vivirá a caballo entre Galicia y Madrid, asumiendo las dos responsabilidades, la Presidencia de la Xunta y la del PP. En Génova, además de acomodarse a sus nuevas funciones ejecutivas y asegurarse el buen acoplamiento de las nuevas Ejecutiva Nacional y Dirección Ejecutiva con las que trabajará más intensamente, tendrá que poner en marcha mecanismos que corrijan algunos de los problemas que hoy están presentes en el PP. 

Entre ellas, varios territoriales. A iniciativa del anterior secretario general, Teodoro García Egea, se promovieron cambios importantes en las direcciones provinciales del partido, donde colocó a personas de su estricta confianza, en algunos casos como maniobras previas a provocar el relevo en las direcciones regionales. Por ejemplo, en Andalucía y en Castilla y León. En la mayoría de los casos, se ha visto desde la caída de Casado y Egea que esos presidentes provinciales han marcado distancias con quienes los auparon, pero en algunas regiones Feijóo y Cuca Gamarra como secretaria general tendrán que tomar decisiones para pacificar, o al menos estabilizar, el partido, en el que aún quedan brechas por cerrar.

La duda del senado

Otra de las cuestiones a decidir es si Feijóo decide tener escaño en el Senado. No podrá hacerlo en el Congreso, pues incluso si dimitiera algún diputado correría la lista; pero sí puede hacerlo como senador autonómico.

Eso le permitiría medirse parlamentariamente con el presidente del Gobierno en una de las sesiones de control que se celebran en la Cámara Alta; habitualmente son dos mensuales, aunque no siempre se cumplen esas dos citas. No es una situación anómala, la vivió Pedro Sánchez cuando, tras ser expulsado de la Secretaría general del PSOE, renunció a su escaño y, al ganar después las primarias, recuperó la Secretaría General. Con una buena estrategia política y de comunicación, un buen líder de la oposición puede conseguir presencia y protagonismo, aunque no cuente con escaño en el Congreso de los Diputados.

La intención de Pedro Sánchez es convocar cuanto antes una reunión con Núñez Feijóo e iniciar una nueva etapa de relaciones entre el presidente y el jefe de la oposición. No se trata solo de una cuestión de cortesía, sino que Pedro Sánchez quiere dar un giro a las relaciones con su principal adversario después de mantener unas comunicación muy crispada con Pablo Casado. Le interesa, además, dar ese giro porque el presidente se encuentra en la situación más delicada desde que accedió al Ejecutivo a principios de 2020.

La crisis económica, la inflación disparada, el acoso de su socio en La Moncloa -Podemos-, las presiones de los partidos que hasta ahora le han apoyado parlamentariamente y el cambio respecto al Sáhara han hecho mella en la imagen de Sánchez, que confía en que pueda abrir cauces de entendimiento con Feijóo y también apoyos para sacar adelante las iniciativas más polémicas que quiere adelantar.

Cuestiones de estado

Núñez Feijóo ha declarado en varias ocasiones durante las últimas semanas que estará junto al Gobierno en cuestiones de Estado, cuestiones que hoy se acumulan sobre la mesa de Sánchez; pero no piensa hacerlas sin pelear previamente para que esas llamadas cuestiones de Estado sean efectivamente de Estado, no tengan tinte oportunista... o tinte de partidos muy alejados de lo que defiende el PP, como Podemos, Bildu o los independentistas. 

El primer escollo está presente estos días con las medidas de recuperación que ha llevado el PSOE al Parlamento, y que el PP está dispuesto a apoyar siempre que se complementen con bajadas de impuestos, a lo que en principio se niegan Sánchez y su equipo.

Precisamente, los economistas del nuevo Partido Poplar son una de las preocupaciones de Alberto Núñez Feijóo. Quiere experiencia y nombres que inspiren confianza, dentro de su idea de que en el nuevo PP haya conjunción de caras que sean una referencia por el trabajo realizado en tiempos de Aznar y Rajoy, junto a otras más jóvenes que tengan biografía, sepan moverse ya en el mundo de la gestión y también de la política. 

De ahí su propuesta de crear un consejo asesor, muy basado en la economía, que trabaje cerca del presidente del partido y de su Ejecutiva. Personas de prestigio, cuyo solo nombre inspira confianza, pero que en la mayoría de los casos ocupan puestos de responsabilidad en el sector privado y no quieren volver al primer plano de la política. No recibirán ningún tipo de salario por su función de asesoramiento, pero su papel será relevante, a disposición de lo que necesite la nueva dirección y su presidente.

Un presidente, Feijóo, que quiere reducir la Ejecutiva, que en tiempos de Casado llegó incluso a tener duplicidad de cargos, lo que implicaba más salarios; nada conveniente para un partido que ha puesto en venta o en alquiler la sede de la formación por la precariedad de sus arcas. Venta o alquiler que Feijóo quiere cancelar.

Empieza una nueva etapa en el Partido Popular. Nuevo presidente, nuevo equipo y nuevas formas de trabajar. El objetivo está claro: ganar las próximas elecciones con la suficiente mayoría. 

La pregunta del millón: ¿Con Vox o sin Vox? Feijóo no entra en esa polémica, no va a permitir que le digan desde fuera qué puede hacer y qué no puede hacer. No es un político con complejos. Hará lo que le parezca oportuno en cada momento.