Editorial

Distintas visiones sindicales en torno al plan estratégico de Renault

DP
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Se hablará de líneas rojas y de mínimos, pero tiene que primar una opción realista y factible

Entre la esperanza en un futuro garantizado y el temor a un chantaje laboral. En esa amplia horquilla se mueven las primeras apreciaciones de los agentes sociales sobre el plan estratégico dado a conocer por la multinacional del rombo al Comité Intercentros. Los dos sindicatos mayoritarios, UGT y CCOO, son los más optimistas en este aspecto. Para ambos está clara la apuesta por modelos de los segmentos B y D y, sobre todo, del C para la factoría de Villamuriel de Cerrato, donde se prevé trabajar con la familia HHN con tres cajas -el Kadjar-. Sin embargo, la CGT y Trabajadores Unidos (TU) creen que la insistencia de la empresa en la competitividad, uno de los grandes ejes del plan estratégico diseñado hasta 2025, no es otra cosa que una especie de chantaje para que los trabajadores acepten recortes en sus derechos laborales a cambio de mantener la producción. La negociación del convenio se reanudará el 21 de enero y es ahí donde van a verse los aciertos, las certezas o los errores de cálculo en estas primeras apreciaciones. 

 Cierto es que una empresa como Renault con factorías en Villamuriel de Cerrato y en Valladolid tiene un importante peso específico no solo en el sector de la automoción, sino en la economía y el desarrollo regionales, de forma que cualquier cambio significativo tanto en la carga de trabajo como en las premisas de producción, en el planteamiento de los turnos o en la movilidad es significativo. También es cierto que tanto los que más optimistas como los más pesimistas saben perfectamente que la negociación no va a ser fácil -nunca lo es, en realidad y menos en un año tan complicado en materia de consumo y de empleo como ha sido 2020 y como va a ser 2021 como consecuencia de la pandemia- y que a la hora de poner las cartas sobre la mesa la multinacional tratará de hacer valer el peso específico que sabe que tiene y las opciones de competitividad que ofrecen otros países. Tampoco los agentes sociales son nuevos en estas lides y es de esperar que estén preparando la estrategia más adecuada para posibilitar un acuerdo.

No vivimos una situación fácil ni está la economía para florituras. Las ventas se han reducido, las características del mercado automovilístico están cambiando, las políticas europeas se decantan por los eléctricos y los híbridos, lo que obliga a readaptar las condiciones y sistemas productivos y toca modernizarse de dentro afuera y viceversa. Claro que tampoco vale que las concesiones se carguen únicamente sobre la plantilla. Ambas partes tratarán de afinar al máximo, primero dejando claras sus posturas y después procurando que las propuestas a debatir sean lo más equidistantes que se pueda de unas y otras. Se hablará de líneas rojas, de mínimos, de enfrentamiento y de desacuerdos, pero al final lo que tiene que primar es una opción de presente y de futuro, que no conculque derechos pero que sea realista y factible.