Antonio Álamo

Antonio Álamo


Mesura

02/09/2021

Una vez más la ministra Irene Montero ha vuelto a ser noticia y no precisamente por la gestión del departamento que dirige. Y las críticas que ha recibido han sido destempladas. El origen de este enredo se halla en las palabras que en torno al machismo pronunció en una entrevista en Radiocable esta semana, donde salió a relucir la retirada de Afganistán. La violencia masculina, las confesiones religiosas y las sociedades patriarcales, entre otros aspectos, coparon su intervención, pero quizá el foco de discordia surgió cuando, tras ser preguntada por la pérdida de derechos de las mujeres afganas, señaló que «en todos los países hay formas de oprimir a las mujeres» y este episodio demuestra que ninguna intervención militar ha permitido en este caso, como en otros muchos, resolver los principales problemas de derechos fundamentales que afectan a las poblaciones y especialmente a las mujeres, niñas y personas LGTBI.
De este revuelo lo más curioso tal vez sea la reacción de Inés Arrimadas para resumir este atisbo de comparación entre las circunstancias de las mujeres de allí y aquí. Afortunadamente no soltó exabrupto alguno, y hubo bastantes, pero a cambio ha usado esa dignidad carpetovetónica tan de moda en España cuando la escasa solvencia de los argumentos, cuando los hay, produce risas generalizadas. La dirigente de Ciudadanos, en cualquier caso, le ha exigido que retire lo dicho y pida disculpas por ofender a las mujeres afganas y a nuestra democracia».
Visto desde la distancia, el episodio no pasa de ser una reedición más de la escasa mesura que rige la vida pública española porque, independientemente de la buena intención de una y otros (la criticada y los críticos), las declaraciones de la ministra carecían de interés, eran vaguedades envueltas en tono ampuloso, y la reacción a sus palabras resulta extemporánea y más propia de morlacos en la dehesa.
De la opinión de la democracia española, citada por la dirigente de Ciudadanos, apenas hay noticias. Se sabe, eso sí, que estaba al corriente del enredo y que se quedó patidifusa durante dos días. El tercero, según contó, se preparó un brebaje de hierba y se sentó en la butaca. Hoy jueves anda mascullando… ¿Pero qué hice yo para merecer esto?».