Fernando Martín Aduriz

Dirección única

Fernando Martín Aduriz


En nuestro habitáculo

27/01/2023

Decía Pascal que la mayoría de nuestras desgracias provienen de no haber sabido quedarnos en nuestro habitáculo. El matemático y filósofo del XVII nos entrega en Pensamientos una idea muy cara para el soñador de año sabático: la reclusión, es decir, lo que el mismo Blaise Pascal practicó en Port-Royal. Sufrir compañía es una fuente de malestar cotidiano del que es muy difícil huir, tanto de parientes como de amigos y amistades, como de compañeros y otros títulos más o menos nobiliarios. La tentación a la desconexión de todo y de todos nos acompaña en los siglos, pero ahora es clamor. Por otro lado, ¿no es desconectar de todo y de todos lo que empuja a solicitar año sabático? ¿No es desconectar lo que suplica el ejecutivo y el trabajador moderno cuando ruega no recibir más datos fuera del horario laboral? ¿No es desconectar la dificultad mayor, el imposible número uno de nuestro momento histórico, el del apego a los gadgets digitales? Algunos sospechan que la jerga electrónica que nombró gadget a todo dispositivo electrónico es el nuevo habitáculo en el que permanecemos aislados, nuestra celda moderna, el panóptico de Bentham que nos mantiene vigilados a distancia a la par que alejados del mundanal ruido presencial para reconfortarnos con la fantasía de que estamos comunicándonos con nuestros semejantes. Quizá no les falte razón, aunque quienes así opinan no pueden a su vez dejar de usar todos estos gadgets: móviles, tablets relojes, portátiles, siris, alexas… No pueden ellos y no podemos nosotros, convencidos por los visionarios que negaban que el primer smartphone fuera únicamente un teléfono para… hablar por teléfono, y por ello en su día hicimos cola para adquirir el primer iPhone, julio de 2008. De nuestra inteligencia va a depender el resultado, esto es, si los usamos para salir o para recluirnos en un nuevo habitáculo, como instrumento de goce en sí mismos, como habitáculo de goce (dimensión no placentera sino mortífera) o como herramienta que nos hace mejores. Contraviniendo a Pascal, opino que la mayor de nuestras desgracias es quedarnos a vivir en nuestro habitáculo. Y la mayor de las fortunas, salir y enamorarnos.

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