José María Ruiz Ortega

Estampas rurales

José María Ruiz Ortega


Agostados

06/08/2022

Estamos en tiempo de estío vacacional, agosto festivo de romerías y patronazgos, de celebraciones inventadas, apoyadas por la historia de algún suceso legendario del pueblo. Memorias y evocaciones para distraer a los visitantes, que duplican el número a los habituales residentes invernales. Parece que el calor agostizo produce una somnolencia perezosa, propensa a dejar para otro día cualquier proyecto. Como si nos falta cancha cambiamos a otro tono y perdemos la habilidad usual adquirida, puede que agostados entre negligencia y desgana, en la certidumbre de transitar por un tiempo muerto y olvidar cualquier compromiso social que no sea entretenimiento, sin programar cómo se desarrolle el día.
En agosto suele ocurrir aquello de «hago-lo-que-me-da-la-gana» o esa refinada gandulería a sabiendas de no pertenecer a esa dolce vita ya que la vida de placer está sobrevalorada en la imaginación. Para la juventud siempre hay un amor veraniego, una fiesta de pueblo o una romería. Sin olvidar que amores veraniegos, amores pasajeros. Pero amores, al fin y al cabo, recordando a Machado: «tus ojos me recuerdan las noches de verano, noches negras sin luna...». Siempre esos ojos que a veces nos hacen soñar y otras perder la cabeza, enardecidos por las cálidas noches de agosto viviendo lo actual, sin pensar que un verano no dura eternamente. Hay que disfrutar de agosto que por la noche ya se nota frío en el rostro.
En estos primeros días de agosto, percibimos a los que llegan de vacaciones y se incorporan a la actividad habitual por el bronceado, a diferencia de los que con un color más pálido comienzan el asueto correspondiente. Aquí hay que excluir a los que por motivos laborales tienen mucho más trabajo y lo de tiempo vacacional les queda como la visión de un imposible. Sin olvidar que en este mes hay un dicho muy popular de hacer el agosto, como una oportunidad de ganancia. Una expresión que se usa todo el año y significa hacer un negocio lucrativo, aprovechar una coyuntura oportuna. Aunque el origen de esta frase está tanto en la recolección agrícola, como en el jornal de los operarios que se ajustaban  de agosteros. 

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