Un puente muy, muy dulce

Jesús Hoyos
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El vestíbulo del Seminario Mayor acoge hasta el martes una amplia selección de los productos artesanales elaborados por las religiosas de vida contemplativa. Los obradores de cinco monasterios de la diócesis participan en la muestra

Un puente muy, muy dulce - Foto: Óscar Navarro

Los amantes de los dulces artesanales están de enhorabuena. Y es que Dulzura en clausura, la muestra de productos elaborados a mano por las religiosas de vida contemplativa de cinco monasterios de la diócesis, ha regresado este año al vestíbulo del Seminario Mayor tras la ausencia del año pasado.

La elaboración de estos dulces es, para muchos conventos, su medio de subsistencia y su principal fuente de ingresos. Así lo señala Sor Clara, de las Clarisas de Carrión de los Condes. «Como hermanas contemplativas, nos dedicamos al trabajo y a la oración. Lo que hacemos en el obrador es para nuestro mantenimiento», explica. Este año, destacan especialmente sus virutas de San José. «Muchas veces lo importante es cómo hago el trabajo y no cuánto. Si se hace con amor y acordándose de las necesidades de la gente, todo es mejor», apunta.

Lo mismo piensa Sor Lourdes, de las Carmelitas Descalzas de esa localidad. «La base está en el amor, el cariño y el empeño», añade. Las delicias de Teresa son su especialidad, pero este año han introducido un nuevo producto que está funcionando bien: los panettone de chocolate y frutos confitados. «Es una experiencia muy bonita», incide.

Este tipo de eventos le sirve a todas las comunidades y conventos para dar un «buen empujón» a las ventas. Además, la mayoría de los obradores recoge encargos por teléfono e Internet.

Reuniones como esta son una forma de «hacer familia, verse las caras y tener una relación más personal», subraya Sor Dionisia, de las Dominicas de Palencia. Su obrador lleva 36 años en funcionamiento y el mazapán y el turrón de chocolate es lo que más venden. Eso sí, sus particulares joyas de la corona son las herraduras y las rosquillas de Santa Rosa. «La materia prima es buena, de calidad, y todo está hecho a mano, y eso cuenta», apunta.

Las Brígidas de Paredes de Nava son otra comunidad para la que esta actividad está marcada en el calendario. Sus canutillos llenos de crema triunfan entre la gente, «que viene con gusto a comprarlos», comenta Sor Inés.

Emiliano, voluntario que ayudó ayer a las Clarisas de Calabazanos, explica que se trata de «un empuje económico porque los conventos también están muy necesitados». «Dar a conocer los productos que ellas hacen es importante. No tienen aditivos ni conservantes y los fabrican con mucho esfuerzo».

En navidades, los productos estrella son también turrones y empanadas, aunque la especialidad de la casa son las figuritas de mazapán. «Están muy buenas y son naturales», añade Emiliano, quien incide en los precios económicos a los que venden los productos, pese al aumento en el coste de materias primas como la almendra. 

 

Quinta edición. Dulzura en clausura nació en diciembre de 2016 a iniciativa del obispo, Manuel Herrero, para dar a conocer la labor y el trabajo que de manera artesanal realizan las religiosas de vida contemplativa; para posibilitar adquirir estos productos que habitualmente se venden en los conventos; y para facilitar a las comunidades religiosas un incremento en las ventas de estos productos, para muchos su principal medio de subsistencia.