Froilán de Lózar

La madeja

Froilán de Lózar


Leer de todos modos

17/09/2021

Hace unas semanas recordaba aquí mismo mi sueño truncado de abrir una biblioteca en San Salvador en cosa de tres años, en cuanto tenga las llaves de la jubilación. Abrirla para todos los que quieran visitarla, sin moneda de por medio, porque abrirla para uno mismo no reviste ninguna dificultad y de eso siempre hay tiempo. En una de las ventanas ciegas del edificio, he pensado situar la colección de novelas de Stephen King, autor de un centenar de historias de terror que lo han colocado como uno de los autores más taquilleros de la historia.
Ya quiero ver en algún mueble, destacando, una colección de las Guerras Carlistas numerada ante notario y regalo de una editorial de Estella. Cada rincón tendrá su autor, sin que fallen los nuestros, entre los que no puede faltar Miguel Delibes. Autores palentinos de la talla de Gonzalo Alcalde Crespo o Marcelino García Velasco. Pero lo que más me motiva son los libros raros o antiguos, como el que me dedicaba José Luis de Mier unos meses antes de morir y cuyo autor fue nuestro jurisconsulto Matías Barrio y Mier.
El artículo Leer a oscuras abrió el camino a una serie de ellos donde rescataré la idea y la motivación que me guía desde hace bastante tiempo. Se trata de volver al pueblo y rodearme de aquello que me motivó desde que comencé a publicar artículos en este diario con 18 años, seguir escribiendo y publicando mientras pueda, muy pronto un nuevo libro que espero tenga una buena aceptación, reforzando mi presencia en un camino paralelo al de otros autores y artistas que se retiraron a vivir sus últimos días en los rincones que inspiraron sus obras.
A raíz de aquella entrada recibí el apoyo de algunos amigos que están lejos, de personas que viven preocupados por el futuro en las zonas rurales. No entiendo el silencio de otros que me conocen y saben de mi sueño, a quienes he apoyado yo en los suyos. No entiendo el silencio administrativo en un tiempo donde se hace necesario aglutinar ideas nuevas, poner sobre la mesa soluciones, pequeños movimientos que hagan realidad los sueños que pueden alegrar estos rincones. Un lugar para leer, para aprender, para ahondar en el pasado de estos pueblos, para rescatar también historias que de otro modo se acabarán perdiendo. No faltará una placa en la entrada que lo explique: «Por la dejadez y la indiferencia de las autoridades de la época, el municipio no pudo disfrutar de este tesoro».