Editorial

Frente común ante la barbarie y el escenario sombrío de la economía

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No son tiempos fáciles, menos para buscar más confrontación y conflictos internos. Vivimos momentos extraordinarios en los que se requieren respuestas extraordinarias. Así se puede resumir la Conferencia de Presidentes Autonómicos que tuvo lugar ayer en los Llanos de Aridane, en la isla de La Palma. El panorama apocalíptico que dejó el volcán más activo de la historia reciente sirvió de escenario para reunir a todos los líderes regionales sin excepción, solo con la ya normalizada ausencia del presidente de la Generalitat en la foto oficial. Pedro Sánchez buscó la complicidad de los barones territoriales para enfrentarse a un enemigo común pero desconocido que, a la vista de su comportamiento en estas últimas semanas, hace prever una guerra larga con repercusiones drásticas para las economías domésticas.

En primer lugar, España, al igual que Europa, está llamada a responder a este desafío bélico sin las fisuras que el propio Sánchez padece en el Consejo de Ministros. Es por ahí por donde debe empezar, porque como se percibió en la reunión de ayer, los líderes autonómicos están dispuestos a cerrar filas sin excusas para configurar una postura común e inequívoca. 

El presidente del Ejecutivo deberá convencer a sus socios para evitar confundir a la opinión pública con declaraciones que no hacen sino distorsionar la voz del Gobierno y exportar una imagen dispar de España ante sus socios europeos. Y, peor aún, al dar alas a aquellos que ven el conflicto ucraniano como una oportunidad de reforzar su catálogo ideológico en beneficio propio.

Por otro lado, esta reunión ha condensado la honda preocupación que experimenta la economía española ante la escalada de precios, con la subida de récord de los hidrocarburos y la tarifa eléctrica. Dentro de ese equilibrio al que el Estado está obligado en tiempos de gran incertidumbre se hace urgente su intervención para bajar impuestos y evitar una cascada de cierres y despidos. 

Debe concretar, cuanto antes, los detalles de su propuesta anunciada ayer para frenar la inflación y crear un nuevo fondo de guerra para atender las emergencias derivadas de este conflicto, como la ayuda a los más de 18.000 refugiados ucranianos que acogerá España a lo largo en los próximos meses. Otra prioridad pasa por la ejecución de los fondos europeos asociados a la pandemia, sobre los que pesa un gran anquilosamiento y dudas  en su gestión, aprobación y transferencia. 

Será por esta unidad de actuación por la que serán recordados los gobernantes en los libros de historia, y no por las trifulcas a las que por desgracia nos tienen acostumbrados últimamente en todos los sectores.