El parque de La Reana de Velilla del Río Carrión se vistió ayer con sus mejores galas para celebrar por todo lo alto, y también con todas las medidas sanitarias, la noche de San Juan, una de las más mágicas del año, en la que en la localidad minera se funden el agua de la milenaria fuente tamárica y el fuego purificador de la hoguera.

Un pistoletazo de salida para un verano en el que la provincia en su conjunto camina hacia la nueva normalidad, una vez que Castilla y León ha pasado a fase 1 y el ritmo de vacunación, factores, estos dos últimos, que han sido determinantes a la hora de que el Ayuntamiento velillenses se haya animado a recuperar la fiesta tras verse en la obligación de suspenderla en 2020.

Uno de los platos fuertes es, una edición más, el Mercado Tamárico, que abrió sus puertas en el recinto de La Rena con una treintena de expositores llegados desde diferentes puntos de la geografía nacional en los que se ponen a la venta artesanía, marroquinería, alfarería, decoración en vidrio, juguetes, perfumes y todo tipo de complementos.

Agua y fuego en Velilla con La Reana como testigoLa jornada inaugural también contó con visitas guiadas a la mina museo, organizadas por la Asociación de Entibadores de Velilla y una ludoteca para amenizar la tarde a los niños del pueblo. La actuación del grupo celta Norem y de la orquesta Marbella, el reparto del tradicional bollo preñado, un espectáculo de fuego y el reparto de chocolate completaron el programa.

«Hemos dispuesto 200 sillas bien distanciadas en un espacio acotado para que las personas que acudan a La Reana pueden disfrutar de la música en cumplimiento con la normativa Covid-19», explicó la alcaldesa, Belinda Mencía, quien destacó que este año no se han instalado barras ni puestos-taberna «para fomentar el consumo en los establecimientos hosteleros de la localidad, muy castigados por la pandemia».

La festividad de San Juan en Velilla continúa hoy por la mañana con visitas a la mina museo, cuentacuentos, títeres, misa cantada por la Coral La REana y teatro con la compañía Crispín D’Olot.

No faltará la tradicional paella, que este año se sirve por las mesas para evitar aglomeración de gente. La recaudación íntegra en el convite vecinal se dedicará a Cáritas, que lo destinará a las familias con menores recursos del municipio.