Froilán de Lózar

La madeja

Froilán de Lózar


Parque Nacional de Ordesa

22/07/2022

Hace unos años, cada vez que un montañero se perdía, no encontraba razones suficientes para entenderlo. No respetaban ni la nieve ni el viento, estaban con el mono de seguir ascendiendo, arriesgando su vida, y manteniendo en vilo a quienes los esperaban de vuelta. Ahora, desde otra dimensión, entiendo y comparto sus logros, que sobrepasan con creces cualquier esfuerzo nuestro. 
A finales de mayo viajé por primera vez a Huesca, camino del Parque Nacional de Ordesa. No creo que pueda expresar aquí lo que sentí al detenerme en la Pradera a la que no paraban de entrar coches. Es como si la magia que te envuelve pusiera un límite a tu imaginación, que transcienda la historia, que se sepa, pero quede siempre un misterio en el aire. Hay que meterse dentro para encontrar la armonía que tanto anhelamos, para perderse por una de tantas rutas como hay habilitadas en el Parque: Cascada del Estrecho; Gradas de Soaso, Cascada de las Cuevas, un recorrido circular desde Torla; Ordesa, Gallinero, Pradera; el Tozal del Mallo o el Bosque de las Hayas, son algunas de las rutas y excursiones que pueden hacerse en este valle en cualquier época del año, con diferentes grados de dificultad, pero espectaculares en cualquier caso. Nosotros queríamos conocer la Cascada de Cola de Caballo, y las cascadas que la preceden: Arripas, las Gradas y el Estrecho, algunas de extraordinaria belleza. 
Los vertiginosos roquedos que nos acompañarán a lo largo de todo el recorrido y la fuerza del agua ya te transportan en medio de esa especie de bolsa de oxígeno que te protege.
En eso meditaba al pasear por este Parque de Ordesa, recordando las fotazos que hace unos años remitía para mi blog Shaila Pereira desde Monte Perdido, uno de los primeros espacios naturales protegidos de Europa.
Nos queda en la reserva el Cañón de Añisclo, al que se accede desde Escalona, un pequeño pueblo en la confluencia de los ríos Cinca y Bellos; las gargantas de Escuaín, el más pequeño de los cuatro valles y el valle de la Pineta, al que se llega por Bielsa y que tiene su final en la mole de las tres Sorores: Monte Perdido, Cilindro de Marboré y el Soum de Ramond. El espectáculo está servido.

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