Jose Luis Ibarlucea

Jose Luis Ibarlucea


Sin dioses

18/02/2022

En una época sin dioses, -donde Ares ya no preside la guerra y sólo quedan destazadores y la espada se ha convertido en cuchillo de matarife; donde se nos ha ocultado Afrodita y las flores del jardín son cardos borriqueros; donde hemos destronado al Padre de cielos y tierra quedándose los Derechos Humanos en puro cinismo- nos quedan las elecciones, cada vez más y más frecuentes. Aquellos que más contribuyen a la decadencia del país buscan ser dignos de elogio. Una vez más, transcurrida la tormenta electoral nos encontraremos como peces arrojados a la playa moviendo las agallas en señal de asfixia. Aquellos de mente lúcida, que saben de valores y medidas, cuando las apliquen al presente solo sentirán desengaño. Las cosas siguen igual, o peor, y a pesar de las promesas electorales, solamente se subirán los sueldos de los políticos. La propaganda cambia, una vez más, pero el muro en el que se pega es el mismo.
En Castilla y León los polígonos industriales estarán con cuatro empresas o serán inexistentes, los comercios seguirán cerrándose, la población seguirá envejeciéndose, los jóvenes formados tendrán que marcharse… a la vez, sentiremos con dolor el adanismo de nuestros políticos bien pagados de sí mismos y por los contribuyentes. ¿Asistiremos al espectáculo que vimos con las Cajas de Ahorro en España; las cajas hundidas económicamente y los dirigentes con indemnizaciones millonarias? ¿Castilla y León hundiéndose demográfica, social y económicamente y los dirigentes políticos solazándose en los remansos del cortijo? El sueldo debería ser por objetivos conseguidos, como en la empresa privada.
Pero, lo más preocupante es: ¿Quién dará la batalla cultural en Castilla y León? Si los mantras y los dogmas de la izquierda han sido asumidos en gran parte por la derecha; ¿Dónde encontraremos ese mirlo blanco? La campaña electoral fue pobre, no sólo en ideas sino también en el lenguaje, con poco equipaje ético y mucha emboscadura. Pero la falta de ideas, o de dioses, siempre provoca malestar, como la niebla que no puede atravesar el sol, pues el mundo se muestra desvaído y la palabra pierde sustancia, como ha sucedido. Sólo los dioses pueden salvarnos.