"Al sistema español de investigación le falta financiación"

César Ceinos
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El currículum vitae de la doctora astrofísica palentina, que se extiende a lo largo de más de dos décadas, incluye experiencias profesionales en el instituto científico del telescopio espacial Hubble a las órdenes de la NASA y la ESA

Villaver, en los observatorios astronómicos del Mauna Kea, en Hawai (Estados Unidos). - Foto: DP

La palentina Eva Villaver Sobrino es astrofísica y dedica su vida profesional a estudiar lo que sucede más allá de nuestro planeta. Concretamente, la evolución de sistemas planetarios y la interacción de las estrellas con su medio interestelar en forma de vientos, polvo y evolución química. Es doctora en Astrofísica por el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) desde 2001. Su tesis, titulada La formación del gas circumestelar desde la rag hasta la formación de nebulosas planetarias, fue premiada por la Sociedad Española de Astronomía (SEA) hace dos décadas. 

Desde entonces, esta antigua alumna del colegio Ciudad de Buenos Aires y del instituto Victorio Macho ha ido forjando una amplia trayectoria profesional. En su currículum vitae figura que trabajó dos años (2001-2003) para la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos, la conocidísima NASA, y otros cinco (2004-2009) para la Agencia Espacial Europea (ESA), aunque su centro laboral también estuvo al otro lado del Atlántico, en Baltimore. En ambos casos, investigó en el instituto científico del telescopio espacial Hubble.

Volvió a España en 2009 con un contrato Ramón y Cajal, al año siguiente recibió una beca del programa Marie Curie y en 2013 entró en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). En 2019 obtuvo una plaza de investigadora científica en el Centro de Astrobiología (CAB), un ente que depende del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) y del que forma parte en la actualidad. Además, ha dirigido dos tesis doctorales y cuenta con una importante producción científica.

Por otro lado, más allá del plano puramente académico, cabe destacar que es autora del libro Las mil caras de la Luna (Harper Collins, 2019), que colabora con medios de comunicación y que está integrada en el equipo central de Cultura con C de Cosmos, un proyecto interdisciplinar del CAB creado para divulgar la astronomía y la astrobiología a través del arte, la poesía y la música a un público general con interés en esas áreas.

¿Dónde empezó su interés por la ciencia? 

De pequeña ya tenía curiosidad por la ciencia y leía libros divulgativos. Además, tuve la suerte de tener muy buenos docentes tanto en el Victorio Macho como en el Ciudad de Buenos Aires que me incentivaron a entender las cosas que me rodeaban. Recuerdo, por ejemplo, a dos profesores en el instituto, uno era muy duro, pero también era muy bueno, y otra de química, que me recomendaba títulos de libros de divulgación. 

¿Tenía vocación de astrofísica?

Mi vocación era la física. Quería entender el mundo que me rodeaba y la carrera de física me ayudaba a comprenderlo. La astronomía llegó después, al hacer la especialización de la carrera. Eso me dio una perspectiva realmente global. 

El punto de partida de su etapa universitaria fue la ciudad de Valladolid. ¿Qué recuerda de aquellos años?

El buen ambiente de los viajes en autobús entre Palencia y Valladolid. En clase, me acuerdo de que teníamos mucha ilusión y ganas por aprender.

Luego se trasladó a la Universidad de La Laguna (ULL), a la isla de Tenerife. ¿Por qué cambió las tierras castellanas por Canarias?

Las especialidades que ofertaban en la Universidad de Valladolid (UVa) no me gustaban y la astronomía, por el contrario, siempre me había llamado la atención. ¡Quién no ha mirado las estrellas de noche! Yo, cuando era pequeña, tuve la oportunidad de disfrutar en el pueblo, Frómista, de un cielo oscuro, y una vez que disfrutas de un cielo oscuro, creo que ya no hay vuelta atrás. Te fascina.

En el archipiélago canario completó la tesis doctoral. ¿En qué se centró este trabajo tan importante para usted?

Las estrellas, cuando mueren, se desprenden de la mayor parte de su masa. Mi labor consistió en estudiar el destino de ese material, así como su composición química y su evolución en el tiempo.

Con el doctorado terminado partió a Estados Unidos, primero a las órdenes de la NASA y luego de la ESA. ¿Qué tarea llevó a cabo en el instituto científico del Hubble?

Estudié un tema relacionado, pero algo diferente al que dediqué mi tesis doctoral. Me dediqué a analizar los remanentes que quedan en las estrellas muertas situadas en otras galaxias.

¿Qué aspectos destaca de la investigación en EEUU?

Dan más facilidades. En España creo que hay muchas trabas burocráticas y, muchas veces, clasismo. A las personas jóvenes o extranjeras no les da las mismas oportunidades que a los nacionales y, en cambio, en EEUU da igual. Valoran más el mérito que la edad o la nacionalidad. Yo fui como extranjera y me dieron las mismas oportunidades que a uno de allí.

En 2009 regresó a su país de origen. ¿Fue fácil el retorno?

Lo hice con uno de los contratos que salieron para atraer a la gente que nos habíamos ido, el programa Ramón y Cajal. Pero el sistema español no es un sistema sencillo para la investigación. Es muy precario en muchos aspectos y, además, está muy burocratizado.

¿Se apoya lo suficiente la ciencia en España?

No. Le falta financiación, agilidad y tener en cuenta más a las personas. Es muy precario, insisto. Se diferencia mucho del sistema de EEUU o de nuestros vecinos europeos, que invierten más. 

¿Cómo se podría potenciar la investigación científica?

Con mayores aportaciones económicas. También es necesaria una mayor concienciación de la sociedad. La investigación básica es necesaria y es válida, y lo que se hace en investigación después revierte en todos. No es una inversión que se pierda. Muchas veces se piensa que toda la investigación en ciencia básica tiene que tener un beneficio directo a corto plazo y normalmente lo tiene a largo plazo. En numerosas ocasiones existe una mirada muy cortoplacista. La ciencia es algo a largo plazo y a los investigadores científicos hay que darles más estabilidad.

¿Cuál es su labor en el CAB en la actualidad?

Soy investigadora y trabajo en sistemas planetarios al final de sus días. Estudio lo que le ocurrirá a nuestro sistema solar cuando el sol agote su combustible. También analizo la evolución química de las galaxias y busco planetas más allá del Sistema Solar.

¿Qué repercusión tienen sus estudios en la Tierra?

Estudiar cuáles son las fuentes de energía de las estrellas nos ha permitido entender mejor, por ejemplo, la energía nuclear. Conocer las atmósferas de otros planetas nos permite entender mejor cuál será la evolución de nuestra atmósfera. Entendimos que la capa de ozono tenía un problema estudiando el planeta Venus. Todo lo que aprendemos, al final, repercute en nuestro conocimiento global del mundo. 

¿Cómo se estudia un tema tan inmenso como el universo?

Con dos frentes. Por un lado, construimos telescopios cada vez más grandes que nos permiten mirar la luz más débil y lejana. El telescopio James Webb, el más avanzado que tenemos en el espacio nos va a permitir estudiar cosas que hasta ahora no podíamos. También se están construyendo telescopios en tierra. En la isla de La Palma (Canarias) tenemos el mayor telescopio óptico del mundo, el Grantecan.

Por otro, elaboramos modelos teóricos que nos permitan entender la luz que nos llega. Hacemos simulaciones por ordenador introduciendo toda la física que podemos para entender las observaciones de los telescopios. Yo me dedico más a esta parte teórica.

¿Existe una relación directa entre lo que sucede en el universo y en nuestro planeta?

Sí. Nosotros formamos parte de un entorno. Por poner un ejemplo simple, todo, absolutamente todo, lo que nos rodea (el oro, el carbón o el agua) está hecho de un material que en algún momento estuvo en el interior de una estrella. Los investigadores intentamos conocer cómo se forman esos elementos y su evolución. Otra conexión muy directa es que la vida en la superficie de un planeta requiere, fundamentalmente, de dos cuestiones: agua líquida y energía. La energía proviene de nuestra estrella, el sol. Es una relación con el cosmos. Y el agua llegó también del universo. Además, toda la química que necesita la vida procede del interior de las estrellas.

¿Estamos llevando problemas de la Tierra, como la contaminación, al exterior?

Ahora mismo todas nuestras comunicaciones dependen de satélites que se colocan en el espacio. Cuando dejan de ser útiles se quedan orbitando y eso está generando un problema de basura espacial. Un ejemplo de ello lo encontramos hace poco, cuando fue noticia la entrada sin control a la atmósfera de un cohete chino que pudo colisionar en España. Los chinos han tomado la decisión ejecutiva de no hacerse cargo de esos aparatos porque es más caro, lo que supone un problema porque no se sabe dónde van a caer.

Su labor científica en el CAB se complementa con una vertiente divulgativa. ¿Qué es Cultura con C de cosmos?

Cultura con C de cosmos lo formamos un grupo de investigadores que pensamos que la separación artificial entre ciencia y humanidades no es real ni es buena ni para la gente de ciencias ni para la de humanidades. La cultura también tiene que tener la ciencia como una de sus patas. Con este proyecto interdisciplinar pretendemos acercar la ciencia de otra manera. 

¿Cómo se conjuga la difusión de la astronomía y la astrobiología con el arte, la poesía y la música?

Todas las expresiones artísticas humanas están relacionadas. Miguel de Cervantes era un gran conocedor de la astronomía, al igual que Edgar Allan Poe o Julio Verne. Además, la influencia va en ambos sentidos. Los grandes científicos fueron influenciados por las grandes obras de arte de su tiempo y los artistas más importantes recibieron la influencia de la ciencia que se desarrollaba en su época. La división entre ciencia y humanidades es artificial y hay que romperla.

Unió Ciencia y Literatura en el libro Las mil caras de la Luna, que vio la luz en 2019. ¿Con qué fin?

Simplemente es una manera de que la ciencia llegue a gente que, a veces, no se interesa por esta rama del conocimiento porque cree que es muy aburrida o muy difícil. 

Es verdad que la ciencia tiene un lenguaje que hay que adquirirlo y puede resultar complicado, pero se puede acercar de forma que resulte interesante. Pienso que la ciencia es fascinante y he intentado transmitir eso utilizando a la Luna, algo que todo el mundo tiene como referente.

¿Se informa bien de ciencia?

Cada vez se hace mejor. He de decir que ahora hay más profesionales especializados en ciencia.  Antes, los periodistas no veían la ciencia como parte de su especialización y ahora sí. 

¿Es necesaria más información científica en los medios?

Sí. Al fin y al cabo, vivimos en una sociedad científico-tecnólogica y si no estamos informados de lo que ocurre en una parte importante de nuestras vidas acabamos siendo carne de cañón de pseudociencias y malinterpretaciones. Es muy importante estar bien informados.

¿Se da demasiada voz a los pseudocientíficos y a aquellas personas que se dedican a difundir teorías que no son científicas, como el terraplanismo?

Creo que no son tantos para todo el ruido que hacen. Realmente hay movimientos que son minoritarios, pero que todo el mundo conoce, como el terraplanismo o los antivacunas. Parece que gran parte de la sociedad está detrás, pero no es así. No merecen el eco que reciben.

¿Qué opinión tiene de aquellos ciudadanos que consideran, erróneamente, que el planeta es plano?

Sin comentarios. Muchas veces pasamos más tiempo hablando de estas cosas que no tienen sentido que de las realmente interesantes, que son las cosas que estamos descubriendo del universo tan fascinante que tenemos ahí fuera.

El gran meteorito que destruirá la Tierra es un argumento bastante recurrente a la hora de rodar películas. Un ejemplo reciente de ello es la película Greenland: El último refugio

Un impacto de un asteroide en la Tierra es una posibilidad real, pero la probabilidad es muy pequeña. La ciencia-ficción se nutre de algunas cuestiones que son físicamente imposibles y de otras que son posibles. Al final están narrando una historia. Por ello, tener una buena cultura científica es importante para saber si algo es posible o no.

¿Ha ganado o perdido interés la astronomía en los últimos tiempos?

Creo que lo ha ganado. La astrofísica siempre es una puerta de entrada a otras ciencias.  Es muy fácil generar interés y la gente muchas veces se interesa por este tema y acaba derivando en otros campos menos conocidos. Es parte para entender nuestro mundo. Las preguntas fundamentales del ser humano son las que nos hacemos en la astrofísica.

¿Y en Palencia?

Existe una asociación astronómica muy activa que organiza ciclos con charlas de divulgación todos los años. Además, Palencia no tendrá mucha industria, pero sí unos cielos privilegiados. Deberíamos disfrutar más de ellos.

¿Con qué instalaciones punteras cuenta nuestro país para investigar el espacio?

Tenemos observatorios en Canarias y en Calar Alto (Almería), y antenas en Yebes (Guadalajara), en el pico Veleta (Granada) y en Javalambre (Teruel). Además, formamos parte de prácticamente todas las misiones espaciales. En la actualidad, el CAB tiene instrumentos en Marte. Tenemos participación en la ESA y hay gente que ha trabajado en instrumentos del telescopio JamesWebb.

El Gobierno anunció la creación de una Agencia Espacial Española. ¿Es necesaria?

Sí. Financiar proyectos espaciales requiere muchos años. Ahora mismo estamos diseñando los instrumentos que estarán en el espacio dentro de veinte o treinta años. Tal y como está ahora mismo el sistema es muy difícil gestionar proyectos a largo plazo. Una Agencia Espacial Española podría hacerlo. Y España es una potencia en astrofísica mundial y es una de las pocas que no tiene una institución propia para gestionar el espacio.

En relación con ese organismo, una de las ciudades que se ha postulado para albergar la Agencia Espacial Española es Palencia. ¿Es una ciudad adecuada para esta instalación?

Podría serlo si cambiamos de actitud. Muchas veces, plantearnos cosas grandes nos da, incluso, la risa desde dentro.