La permutación de cargos, que a muchos ha sorprendido, está en los estatutos del Ateneo. «Las instituciones culturales suelen tender a la repetición, y eso siempre tiene la sombra de la muerte, el anquilosamiento, del copiarse a sí mismo, y eso lo evita esta idea de la permutación de cargos cada cierto tiempo», afirma Fernando Martín Aduriz.
¿Deja de ejercer la responsabilidad de estar al frente del Ateneo con la sensación del deber cumplido?
El deber cumplido no es mi expresión favorita, la verdad. Me lleva a Kant. Prefiero decir que he cumplido un deseo que me viene acompañando toda la vida, desde los quince años: asociarme con otros en construcciones colectivas.
Hemos participado en la construcción de un proyecto romántico, en el sentido profundo del romanticismo, que es la lucha por los ideales y los sueños.
¿Alguna asignatura pendiente?
Hay jóvenes, pero no todos los que a mí me hubiera gustado. Tenemos muchos adolescentes en la escuela de teatro, pero la participación en las actividades artísticas, culturales, científicas es una asignatura pendiente en esta y todas las instituciones culturales. Habría que buscar la forma de enganchar con ellos.
¿Ha sido este 2020 el más complicado por las dificultades para desarrollar una programación al uso?
No, lo más complicado fueron los tres últimos meses de 2017, cuando pasé de vicepresidente a presidente y tuve que tomar muchas decisiones en muy poco tiempo. Este año optamos por el silencio de mayo a junio, cerramos la sede, y no convocamos. Fue apostar por la dignidad del silencio. Desde julio nos alíamos con la plataforma ZOOM, y todo puede que ya sea mixto, presencial más ZOOM.
¿Qué recomendaciones daría a su sucesor en el cargo de presidente, Enrique Gómez?
Una solo. Que tenga la prudencia de avanzar sin temor.
Y, ¿ cuáles serían los deberes más inmediatos?
Más kant no. Las ilusiones, los anhelos, los sueños…pues lo primero asentar este mecanismo de permutación de los cargos de responsabilidad. Y seguir con el ADN del Ateneo, crecer en número de socios. Estos días se ha entregado el carné número 661.
Aunque no sea desde la primera fila, ¿en qué medida va a estar vinculado al Ateneo?
Hemos pensado en que los expresidentes del Ateneo permanezcan dos años en las juntas directivas. Pedí ser bibliotecario, pero el presidente ha decidido que sea adjunto al presidente, y haré lo que me pida. Me gusta más la cocina en las asociaciones, llevar el maletín del presidente, será un placer porque Enrique Gómez es además un poeta que hace mejor la vida de los que se acercan a él.
¿Qué cree que a día de hoy debe reconocerse al Ateneo?
Que no volvió (estuvo de 1876 a 1926) para quitar a nadie subvenciones, puesto que no ha pedido ninguna. Llegó para sumar. Pero también para agitar, lo que quiere decir para la crítica, para descompletar las suficiencias.
¿Cuáles han sido los mayores apoyos recibidos?
Pagamos una humilde cuota mínima de 5€ al mes. Puede entrar todo vecino. Apoya el Ateneo de Palencia la ciudad entera. De una inmensa mayoría de gentes de la cultura, pero de muchos ciudadanos y vecinos de a pie que han encontrado en el Ateneo una institución amable, que recibe con los brazos abiertos, donde nadie sobra, todos tenemos un lugar, y un voto anual en la asamblea.
¿Algún que otro palo en las ruedas?
El sector de la maledicencia aquí tiene un festín, pues no paramos de exponernos. Pero está muy calladito. ¿Quién podría quejarse de una Institución que no hace demandas?
¿Puede llegar a tener fecha de caducidad el Ateneo y cómo habría que evitarlo?
El otro día entró un ateneísta de 18 años, nada más cumplirlos, un estudiante universitario. ¿Será un día presidente del Ateneo? Calculo que muy probablemente. Haga cuentas: habrá Ateneo en 2060. Será el mejor homenaje al grito sordo de Teófilo Ortega en 1926. Y el nuestro tras cada acto: larga vida al Ateneo.