José María Ruiz Ortega

Estampas rurales

José María Ruiz Ortega


Metaverso

02/07/2022

Ya tenemos la solución para las personas descontentas con su figura, con sus formas de vida, es decir, con la propia realidad porque ahora con el metaverso podemos extasiar en un mundo nuevo, a una realidad virtual. El término metaverso viene del cine y de la literatura fantástica, pero ahora se asegura es una especie de realidad alternativa. Por medio de unas gafas y unas conexiones especiales, es posible tener no sólo unas visiones tridimensionales y auténticas de espacios sociales o de trabajo, sino interactuar exteriormente y hacer las mismas cosas que hacemos hoy en día fuera de casa, pero sin movernos de la habitación. La idea es crear un universo paralelo y completamente virtual. 
El desarrollo de la tecnología no tiene límites en la mente y la investigación de alternativas irreales más allá de la materialidad física ya no está sólo en el cine, ahora pueden ser tácitas. Escuchando las bondades tecnológicas da la impresión que obviamos el pensamiento, la filosofía, las tradiciones y, sobre todo, el humanismo heredado de la convivencia secular como humanoides. Queremos solventar el aburrimiento del pensamiento, de la realidad de seres humanos para cambiarlos por una acción virtual novelera. Sí, ya sabemos que las criaturas humanas tienen imperfecciones como seres libres: con sus vilezas y maldades, pero también con virtud, templanza, honradez y decencia. Para evitar nuestros fracasos nos ofrecen unos dispositivos que puedan interpretar las expresiones faciales, incluso interactuando con otras personas de forma virtual.
 En general, los adultos no nos desarrollamos plenamente tras la niñez, aún somos infantiles necesitamos jugar. No sé si el metaverso es un trebejo electrónico, aparentemente son gafas parecidas a las actuales, pero con unos sensores que alucinan de la realidad a un mundo irreal. Creo que tenemos ante nosotros un ejemplo en el Quijote, con el riesgo de soñar despiertos y vivir lo que no somos. Cervantes, por medio Alonso Quijano, enloquecido por la lectura incesante e irracional de los libros de caballería, es transportado a un mundo virtual y actúa en la certeza de caballero andante.