Julio César Izquierdo

Campos de Tierra

Julio César Izquierdo


La mirada

19/09/2020

Sentir la tierra como propia, a sabiendas de su concepto universal. Abrazar cada rincón para sentir el apego. Que no sea algo vacuo ni frío. Atizar el calor de la palabra en los inviernos y calarte el otoño por montera. Dibujar las manos del otro en cada encuentro e ilusión, como allanando el valle y ungiendo la ribera. Deslizar la sabiduría popular para que se cuele por debajo de las puertas, apuntando con versos y refranes que se pegan a la memoria y al futuro. Desgranar cada soportal y ermita, otorgando vida a las cosas que se pensaban yermas. Bostezar bocanadas de humo que llevan mensajes en positivo. Alentar y dar cobijo al emprendedor. Vagar pensamientos que se retornan en proyectos sostenibles, con jaleo de corrillos y cafés de sello fraternal. Caminar entre espinos que dan flor porque no hay sendas de rosa, pero sí jardines que buscan riego y mecedora, espacio y tertulia que cuaje en inversiones. Cantos que sean de esperanza y no solo piedras rodadas. Arquitectos que hacen la sillería desde el taburete, abogando por desarrollos rurales que traspasan el papel mojado para consolidarse en hitos y señales. Palabras que se cincelan desde el despacho, pero también desde el taller, en la cercanía, el conocimiento y la pasión desbordada. Botellas con mensajes que se hacen naos en arroyos y canales y que tienen destinarios claros y contundentes. Tribunas que rompen el cristal y dejan escuchar el grito apagado por el altavoz de la indiferencia. Vuelos que rompen el sonido en cada torcaz, en cada arranque y carrera de fondo, flotando, porque de verdad hay luces y ganas de pegar rebrotes de vida en cada calle y avenida. Escapadas que sean largas de miras y cortas en su puesta en marcha. Velocidades constantes de mies que suma en cada grano y euro invertido. Espaldarazos que no necesiten de vendajes ni escayolas para evitar el seguir cojeando de la misma pierna. Lágrimas de sonrisas en cada aritmética de suma progresiva. Así sea, me dice Tiburcio. Lo dice sin decir, desde el silencio más abrumador. O tal vez estoy intuyendo sus pensamientos sin más. Y es que hoy ha madrugado mucho. Vamos de paseo por el cortafuegos del monte. No hay orégano. Hay tanta libertad que produce sensaciones raras con ideas claras.