Toyi Marcos Sosa

Desde mi ventana

Toyi Marcos Sosa


¿Eliminar el dolor?

24/04/2022

Ojalá. Con qué frialdad destruyen ciudades arrasándolo todo porque ellos, los poderosos del mundo, así lo quieren. ¡Cuántas familias han perdido a sus seres queridos sin dejar rastro! ¡Cuántas más seguirán mermando! Qué pueden sentir esas madres al ver a sus hijas muertas, violadas, agredidas en lo más íntimo de su ser y a esas criaturas indefensas, rotas como juguetes que van a la basura. Trastorna ver a toda una nación con ojos doloridos por lágrimas que imploran misericordia sin ser oídos. Ya no hay campañas encubiertas para la muerte. ¿De qué serán capaces? Los millones de manos anónimas que ayudan contra esa monstruosidad que se alimenta de las miserias del nadie son la esperanza. 
Jóvenes del mundo capaces de darle la vuelta; no esperéis a que en vuestras manos os pongan un fusil. Al por qué existen las guerras en este siglo de avanzada tecnología responden que es por negocio. Entre esa terrible guerra y lo que pasa aquí hay mucho trecho; discuten de lo suyo, de alianzas con socios extremistas de un lado y de otro mientras  lo nuestro se olvida. El dinero, las ansias de poder a muchos corrompe y quien no da importancia a eso no merece nuestro apoyo; esa clase de casta, donde se cuelan no pocos nuevos millonarios influidos por una mente egoísta y ególatra que no se conmueve ante el sufrimiento ajeno, no vale la pena. Y por agotamiento me detengo en los más mayores e imagino, al ser ya uno de ellos, tal situación y habrá quien diga, qué tiene que ver lo uno con lo otro. Cuando la vida  se vive solo una vez y te la quitan no por una guerra fría, sino a sangre fría por afán de poder o se va escapando por ley, es un reto seguir juntos y ver amanecer alguna mañana más. Por eso añado: Has ido calladito en el taxi. De vez en cuando te he visto hacer una mueca de dolor sin la menor queja en el traslado hacia una residencia para curarte de esa herida y animarte. Y en casa, miro tu sillón vacío y creo verte en él con los ojos cerraditos. Nunca pensé que estos días que estás fuera de casa iban a dolerme tanto. Debemos derrotar a los zarpazos del tiempo, lo sabes. Porque con eso de la costumbre, no sabía que te quería tanto.