Editorial

2023 o cómo rendir cuentas al electorado

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A poco menos de una semana de poner el broche al 2022, desde hace meses instituciones y partidos políticos miran en demasía al próximo ejercicio con un interés y un objetivo principal, las elecciones municipales y autonómicas de mayo y la cita con las urnas a nivel nacional si se cumple el cronograma. Durante estas últimas semanas, el Gobierno ha regado de leyes el Congreso de los Diputados para distanciarse de los plebiscitos por lo arriesgado de su apuesta y la controversia de la mayoría de las normas, unas dictadas por sus socios de Moncloa, y otras influenciadas por las fuerzas de la coalición.

En el balance que haga hoy el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en su habitual comparecencia de fin de año, aparcará la autocrítica, como es costumbre, y sacará pecho del paquete de políticas económicas para frenar la escalada de precios por la guerra de Ucrania. Si los datos macroeconómicos persisten en modo alcista, por muy insignificante que sea, el Ejecutivo expondrá la actividad económica como principal baza de gestión de una legislatura compleja y condicionada por distintas crisis. Las perspectivas para 2023 han virado hacia una percepción menos catastrofista y es en ese quicio donde el Gobierno echará el resto con parte de la economía intervenida para contrarrestar la elevada inflación, independientemente de que la deuda pública esté en máximos históricos. Un ejemplo será la aprobación por parte del Consejo de Ministros del tercer paquete de ayudas para moderar la escalada de precios de la lista de la compra, una vez que el coste energético está contenido.

Despejada de la ecuación la economía, Sánchez ha navegado por demasiadas aguas turbulentas como para salir airoso del escrutinio de la ciudadanía en las distintas votaciones. Por más que las encuestas del CIS de Tezano le salven de la quema, el deterioro es más que evidente en el plano institucional. Ha quebrado la convivencia democrática, empujado por los distintos líderes del PP, que no ha sabido reconducir por su connivencia y presión de Unidas Podemos o ERC, socios que salen reforzados por sus diferentes cuitas e intereses internos. La estrategia del presidente del Ejecutivo pasa por reforzar y rearmar la coalición que le dio el poder hace tres años, objetivo que, de momento, lo tiene asegurado. Tirando de su manual de resistencia, intentará sobrevivir al revés de la cita electoral de mayo para llegar al segundo semestre del año como líder estadista al frente de la Presidencia de la Unión Europea que asumirá España en julio de 2023. Éstas son las cuentas que se hace o hará Sánchez. Otra cosa bien distinta es que le cuadren para repetir como presidente del Gobierno.