La traición que da inicio al calvario

Carlos H. Sanz
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La procesión del Prendimiento desafió al mal tiempo y rememoró la deslealtad de Judas con el Señor. El esfuerzo lo merecía, ya que por primera vez una mujer fue la encargada de dar los golpes de gallardete

La traición que da inicio al calvario - Foto: Sara Muniosguren

Traicionó Judas pero no el tiempo, y eso que la procesión del Prendimiento, una de las más representativas de la Semana Santa capitalina, a punto estuvo de quedar reducida a la escenificación de la deslealtad de Judas y la entrega de Jesús a los romanos en el interior de la iglesia de San Miguel.

Tras una tarde de agua y granizo, nada parecía indicar que El Prendimiento pudiese pisar la calle. Sin embargo, la acertada decisión de suspender o mantener la procesión se apuró al máximo y pasadas las 19,30 horas los hermanos mayores de las cofradías de Jesús Nazareno y la Virgen de la Amargura y la Archicofradía de Jesús de Medinaceli, Domiciano Curiel y Luis Casalduero, decidieron emprender la marcha aprovechando que las lluvias cargadas de agua habían pasado de largo la ciudad.

Pasadas las 20 horas, ya que hubo que dar tiempo a que los cofrades acudiesen a la llamada y, de paso, a explicar al programa de España Directo de Rtve de qué iba la procesión, La Traición de Judas -un talla de Carlos Guerra del Moral, 2005-, emprendió camino hacia la calle Hermanos Madrid para encarar desde allí Mayor Antigua. 

El esfuerzo de apurar hasta el último momento para mantener o suspender la procesión se pagó, seguramente, con una menor afluencia de cofrades que en años anteriores. Eso hizo que la comitiva llegase a San Miguel en un tiempo récord. Una docena de penitentes descalzos portaron seis cruces durante todo el trayecto.

el prendimiento. A diferencia de otros años, y atendiendo a la situación sanitaria motivada por la pandemia, las cofradías organizadoras decidieron reducir al máximo la escena del prendimiento con el objetivo de evitar aglomeraciones durante demasiado tiempo. Así, se adelantó la representación para hacerla coincidir con la llegada del paso de La Traición de Judas.

Si hay un momento de la Pasión palentina que sobrecoge, ese es el que viene anunciado por los golpes de gallardete y los toques de tararú. En esta ocasión El Prendimiento fue escenificado por Juan Francisco Rojo y Ana Rueda, que dieron voz al momento en el que Jesucristo es capturado en el Huerto de los Olivos. 

El párroco de San Miguel, Fernando Salomón, puso voz al Hijo de Dios cuando gritó a sus discípulos «Levantaos, ya está aquí el que me entrega», y, tras escucharse la orden de «¡Prendedle!», la puerta de la iglesia retumbó.

Pocos momentos de la Semana Santa palentina impactan tanto como cuando un nazareno golpea con su gallardete la madera, un golpe seco al que siguió el toque del tararú. Y así tres veces, tantas como Pedro negó a Jesús antes del amanecer, tantas como traiciones ejecutó Judas, «a Cristo, a la amistad y al beso».

Este año, el honor de protagonizar este momento, al que aspira todo nazareno, correspondió a la cofrade Elena, que tuvo el honor de ser la primera mujer en la historia de la cofradía de Jesús Nazareno y la Virgen de la Amargura en blandir el gallardete.  

Fue un momento, siempre lo es, lleno de dramatismo, pensado para el lucimiento del Cristo de Medinaceli, talla anónima, del siglo XVII. Su salida de San Miguel volvió a ser uno de los momentos más fotografiados de la Pasión palentina.

Elena fue también la responsable de llevar a cabo otro gesto cargado de simbolismo de esta procesión del Martes Santo, el depósito a los pies de la imagen de los grilletes, que junto a los clavos -que fueron portados por la cofradía del Santo Sepulcro Jesús Nazareno de Baltanás- y la corona de espinas anuncian el tortuoso camino hacia la pascua y la resurrección.

Ya en el exterior del templo, la Banda Municipal de Música interpretó el Himno a Jesús de Medinacelli, el que honra con su nombre a este paso. En ese momento, con Jesús cautivo, la procesión emprendió su camino por la calle Doctrinos hacia la iglesia de la Compañía para encarar la calle Mayor, ya con una amenaza de lluvia más seria, de nuevo hacia San Pablo, previo saludo a la Virgen de la Piedad.

El Prendimiento completó su trayecto, un resultado difícil de asegurar apenas una hora antes de su inicio, pero el momento histórico de ver una mujer golpear la puerta de San Miguel con su gallardete, así lo merecía.