«Hay que inculcar la cultura del esfuerzo»

Carmen Centeno
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Nieves Hermoso Rebollo conoció los duros años de la posguerra y tuvo que estar atenta a las oportunidades que le salieran al camino si quería seguir estudiando y encontrar su sitio en el mundo laboral

«Hay que inculcar la cultura del esfuerzo» - Foto: Juan Mellado

Nació nuestra protagonista en la localidad cerrateña de Villahán, en el año 1938. Al tercer día la bautizaron y al cuarto su padre, que había sido llamado a filas, tuvo que irse al frente. Era agricultor y padre de tres hijos, aunque la familia se ampliaría después con dos más. Uno de los recuerdos que a Nieves Hermoso se le quedaron grabados de su infancia tiene que ver con la escuela unitaria de niñas de su pueblo. «La maestra vivía con nosotros y, aunque yo todavía no tenía edad para ir a clase, a veces me dejaba pasar por la escuela. Recuerdo que mi madre me ponía el abrigo y la capota y unas almadreñas, con las que llamaba la atención».

Le gustaba la maestra y le gustaba la escuela por todo lo que aprendía y por la convivencia con las demás alumnas, aunque su predilección eran las redacciones. De hecho, esa afición no la ha abandonado y atesora unos cuantos relatos.

A los catorce años acabó su vida escolar. Le hubiera gustado seguir estudiando, pero «en casa no sobraba el dinero y el poco que había tuvieron que dedicarlo mis madres a invertirlo en la mecanización del campo». Por eso, la muchacha ávida de conocimientos, estuvo muy pendiente de las noticias sobre las becas de estudio que se ofrecían en la época. 

La primera la obtuvo a los 16 años para un curso de artes gráficas en las Nazarenas, de Palencia, que le cubría el alojamiento en régimen de internado. «Me gustó muchísimo y, al terminar aquel curso de un año, algunas nos quedamos otro más trabajando en la preparación de la biografía del obispo Manuel González», rememora.

 

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