Jesús Quijano

UN MINUTO MIO

Jesús Quijano

Catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Valladolid


Eutanasia pasiva

15/11/2021

Qué mala noticia la de esa pobre mujer que, a sus 83 años y tras intentar sin éxito acogerse a la reciente ley de eutanasia, optó por precipitarse al vacío para poner fin a su vida. Un caso espeluznante de eutanasia pasiva, o, por decirlo mejor, de auto eutanasia por pasividad. Por lo que se ha ido sabiendo después, su solicitud de muerte digna no recibió la tramitación adecuada durante cuatro meses, antes de que, cansada de esperar, tomó esa decisión. Imagino que su situación de sufrimiento irreversible era suficientemente desesperada para llegar a ese punto, pero admito que no soy quien para juzgar si su caso en concreto reunía las características que la ley vigente requiere para recibir la citada prestación.

No es ese el problema. Lo que no parece de recibo es que la falta de tramitación de su solicitud, bastante intencionada por lo que parece, conduzca a situaciones tan extremas. Admito que, de haberse tramitado puntual y correctamente, la resolución final de la comisión que valora los casos podría haber sido positiva, o también negativa. Lo que no parece admisible es que el fatal desenlace venga precedido, no de la falta de una decisión favorable, sino de la falta de decisión de ningún tipo, porque lo que faltó fue la misma tramitación. Eso es lo que sucedió en el caso citado.

Que la eutanasia, entendida como proceso para facilitar la muerte digna de una persona que lo solicita voluntariamente y cumple las condiciones legales, plantee problemas de índole moral a alguna, o mucha, gente, puede ser comprensible, y lo comprendo; que la aplicación de la ley que lo regula sea rechazada por más o menos profesionales que alegan objeción de conciencia en los términos que están expresamente previstos en la propia ley, también es comprensible, y también lo comprendo. Ambas actitudes merecen respeto, porque se trata de un asunto complejo, delicado y polémico, plagado de juicios de valor en el ámbito de la conciencia personal.

Nada de eso, sin embargo, justifica lo ocurrido; esto es, obviar la aplicación de la ley, en un sentido o en otro, por pura pasividad intencionada. Sería justo y digno que el caso de esa pobre mujer se convirtiera en un precedente de no retorno para el futuro.

ARCHIVADO EN: Eutanasia