La catedral celebró ayer la misa crismal en la que el obispo, Manuel Herrero, respaldado por su presbiterio, consagró el Santo Crisma y bendijo los Santos Óleos. Un rito con un trasfondo importante porque incluye la renovación de las promesas sacerdotales.
A ellos, a los sacerdotes, fue dirigida su homilía. Primero con palabras de agradecimiento por su «servicio diario al pueblo de Dios», para recordar a todos los presentas que el Señor les ha elegido «no por méritos sino por su bondad». «Hoy, hermanos, tenemos que dar gracias a Jesucristo, que nos hace capaces, se fía de nosotros y nos ha confiado el ministerio, es decir, continuar su servicio siendo «memoria viva del Señor», «sacerdotes entre Dios y los hombres» y «reyes-pastores, al servicio del Señor y al servicio del Pueblo».
Pero también para mostrar su preocupación. «Somos cada vez menos y más envejecidos; solo hay 33 sacerdotes menores de 65 años», aseveró Manuel Herrero, que sí recalcó que la iglesia está «sembrando para el futuro» pero animó a los sacerdotes a «tomar en serio el ministerio y buscar colaboradores».
«Hay una pregunta que tenemos que hacernos: ¿Cuántos seremos dentro de poco? No tengamos miedo de hacérnosla. ¿Hemos preparado al laicado? ¿Hemos preparado a la gente para que siga con la evangelización, para que siga con la pastoral en la Iglesia? Yo no me atrevo a ser profeta y decir qué pasará. A mi me inquieta, me preocupa», aseveró el obispo.
«Y sigamos con la oración; que el Señor mande vocaciones, pero también nos prepare para entregar nuestro don ahora, cuando somos menos, a quien pueda colaborar con nosotros. Os animo a seguir adelante», finalizó.