«Se ha abusado mucho de la vocación de los enfermeros»

Jesús Hoyos
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Bárcena asegura que la sanidad pública no mejorará «si la ciudadanía no lo exige». Reclama más plantilla y un mayor reconocimiento a través de una dirección técnica de cuidados, así como intervención directa en las decisiones gestoras sanitarias

«Se nos olvida que vivimos más años, pero estamos más enfermos y necesitamos más cuidados», subraya Bárcena. - Foto: Sara Muniosguren

Lleva 16 años como presidenta del Colegio de Enfermería de Palencia, una institución que trabaja «por y para sus profesionales» y que, como consecuencia, defiende también la sanidad pública. Carmen Bárcena comenta a Diario Palentino los problemas a los que se enfrenta el oficio, como el desgaste emocional tras dos años de pandemia, la falta de plantilla y reconocimiento, las dificultades para conciliar y el funcionamiento del sistema de especialidades.

Háblenos antes de nada de su trayectoria profesional

Soy enfermera. Me especialicé en psiquiatría en Barcelona justo antes de que terminasen las especialidades (pediatría, psiquiatría y obstetricia) en los años 80. Por circunstancias familiares me acerqué a Palencia para trabajar en San Juan de Dios. Estuve unos 18 años y lo compatibilizaba con clases de Enfermería en la Escuela Dacio Crespo. Después, como me gustaba la investigación, hice Sociología y Antropología social y cultural, y me doctoré por la Universidad de León. Primero estuve de interina y luego conseguí la plaza, incorporándome al mundo de la docencia y la investigación. Y hasta ahora.

¿Cuál es el estado de ánimo de la profesión en Palencia tras dos años de pandemia? ¿Ha pasado mucha factura psicológica?

Sí, y también física. Emocionalmente ha tocado muy fuerte a muchísimos profesionales. Algunos te dicen que se ha abusado mucho de la vocación profesional y es verdad. Se les ha desgastado demasiado. Con el agravante de que, tras haber sufrido todo esto y haber dejado situaciones familiares incómodas, se tiene la sensación de que las administraciones y sus políticas sanitarias les han abandonado. Yo creo que ha sido así. No ha habido ningún tipo de gratificación para el esfuerzo que han hecho. ¿Las enfermeras no han dado la cara? ¿No estaban a pie de cama? No se han escondido y tenían la misma información que el resto de profesionales. Con esto quiero decir que han hecho un gran esfuerzo con un nivel de resistencia intensísimo y una ratio paciente-enfermera muy baja.

Esas ratios forman parte de la llamada Ley del Paciente. ¿Está tan mal la situación?

Castilla y León solo está por detrás de País Vasco y Navarra. No somos de las peores, pero no me vale. Sigue siendo una ratio muy por debajo de las necesidades de la población. Y se veía venir que la sanidad pública está sin recursos humanos y son los que dan valor a las instituciones. Si no tienes profesionales, no tienes instrumentos. A nivel provincial, no nos dan todos los datos. Ya nos gustaría tenerlos, pero hay resistencia para dárselos a los colegios. Nosotros tenemos que asegurar que haya unas ratios mínimas para dar un buen servicio.

¿Cuál es el número de colegiados en la provincia?

Hay 1.096 que trabajan en la sanidad pública y en la privada. Algunos no ejercen y otros no tienen plaza fija, sino que trabajan dos, tres o seis meses enlazando contratos. Reparte eso entre toda la población. Es obligatorio colegiarse porque es una institución garantista de que quien ejerce tiene la formación, la titulación y la competencia para hacerlo. A veces hay intrusismo profesional y hay que tener mucho cuidado con eso.

Las tasas de temporalidad son altas

Sí. Es uno de los graves problemas de la sanidad pública. También pasa en la privada. Si a un profesional no le reconoces como lo que es -alguien competente que te está resolviendo la situación-, no le pagas como tal y no le das un bienestar laboral mínimo con una continuidad garantizada, la gente se va. Eso lo vemos en Castilla y León y en Palencia. Y aquí tenemos escuela.

Si una provincia tiene su propia escuela, debería ser garantía para contar con profesionales disponibles

Estamos sin gente. Desde luego, la cobertura de la escuela no da para cubrir las necesidades. El problema no es solo ese. Es que a esa población que tenemos, antes de que termine de estudiar, ya la están contratando. Desde fuera tienen muy buenas ofertas. Hace seis años, en mi universidad vivíamos cómo directores de centros alemanes venían y nos decían que iban a necesitar 60 trabajadores. Les ofrecían clases de idioma, la vivienda, etc. Eso ocurre ahora entre las propias comunidades autónomas. Llegan otras y ofrecen contratos mejores. Las propias País Vasco o Navarra, por ejemplo. Cantabria también tiene enfermeras y enfermeros palentinos para hartarse. 

Me parece muy triste que tú los formes con tu dinero y se los lleve otra comunidad. Ya me lo parecía cuando se los llevaban otros países, como Alemania, Francia e Inglaterra; pero que también pase dentro de tu casa... Haces una inversión para eso y no es comprensible políticamente hablando.

El pensamiento general es que en la profesión casi todas son mujeres. ¿Cuál es el porcentaje real de hombres enfermeros?

Ha ido aumentando bastante de forma progresiva en los últimos años, pero sigue estando muy por debajo. De cada 10 enfermeras dos son hombres. Son muy pocos.

¿Es el desgaste igual en Atención Primaria que en Especializada?

Hay problemas comunes, pero la Atención Primaria está siendo la pagana porque es la puerta de entrada de la sanidad. Recibe primero y sufre la inmediatez del paciente con respecto a la enfermera del hospital. La presión no es la misma, pero sí el desgaste. La Especializada tiene que atender ahora lo que se dejó durante los meses duros. No hemos tenido más que covid. Las pluripatologías han estado desatendidas porque había que dar prioridad a lo otro. Las consultas y la intervención directa se han alargado mucho.

¿Qué herencia real ha quedado del refuerzo de las plantillas tras el estallido de la pandemia?

En tres años, se han jubilado 110 personas. Ese esfuerzo está cubriendo las plazas perdidas y la pandemia, por lo que no hemos aumentado. Y hablamos de contratos temporales. Hay muchos que se han alargado y se acumularán en verano. Cuando termine, podremos hablar, pero yo no tengo mucha esperanza porque la tasa de jubilación es muy alta y quien está ahora debería seguir para mantener unos servicios básicos. Ni siquiera nos quedaremos como antes. Estaremos peor.

Al principio de la pandemia hubo muchos problemas para el acceso a material de protección por parte de las enfermeras. ¿Cómo ha evolucionado eso?

Por suerte, a mejor. Sería para preocuparse si siguiésemos igual. No sé si nos ha hecho reflexionar. Decíamos que de la pandemia saldríamos mejor, pero tengo serias dudas. No tenemos muchas empresas que, desde el propio país, hagan y gestionen el material que pudiésemos requerir en otra pandemia. No va a ser solo eso. El cambio climático nos va a afectar mucho y traerá otro tipo de enfermedades. Requerirán tratamientos y cuidados diferentes.

¿Cómo le gustaría que fuese la sanidad post pandemia?

Hemos pedido a la Junta una dirección técnica de cuidados. No entendemos que no la haya cuando la atención al individuo recae en un porcentaje altísimo sobre las enfermeras. Esa dirección gestionaría aquellos cuidados con evidencia científica que se van a aplicar según las necesidades y la evolución de la población. Me gustaría tener una sanidad saneada, valga la redundancia, porque no la tenemos. Que la enfermera, y no por chovinismo, tuviera intervención directa en las decisiones gestoras sanitarias. En el ámbito político hay muchos médicos, pero no enfermeras. Es una licenciada y está reconocida como Grupo A2.

Eso es una petición histórica. ¿Es lo que impide que haya enfermeras en puestos de dirección?

Sí. No es tanto una cuestión económica, lo es sobre todo de gestión.

También critican el funcionamiento del sistema de especialidades

¿Para qué las hemos creado si luego los especialistas no están en los servicios? Y no les pagas como tal. Tenemos muchas que trabajan en servicios de cuidados generales. No tiene lógica. Se necesitan servicios específicos y para eso están los expertos. Por eso pedimos que estén en sus áreas para dar calidad al paciente. Uno no puede saber de todo. No puedes tenerla en la planta 10, luego en la 4, después en la 6, moverla a UCI y a oftalmología. Por mucha voluntad que ponga, no puede ser Dios. Hay que sacar muchas más plazas y que se ejerza en ellas.

Muchos siguen pensando que la enfermería es un trabajo de ayudante, en segundo plano respecto al médico. ¿Cómo ha ido cambiando esta percepción?

En esto soy muy crítica. Un gestor no puede ser de un partido u otro. Tiene que saber de su trabajo, ser competente. La mayoría de direcciones son médicas. La de enfermería cada vez tiene más autonomía, pero mientras no exista esa dirección técnica de cuidados que salga de la Junta, nunca tendremos las competencias que se deberían desarrollar. Sigo sin entender que sigamos así cuando el peso de los cuidados cae en un alto porcentaje en los enfermeros. La percepción ha cambiado, pero no demasiado. Se lleva una política sanitaria en la que manda la Junta. No debería haber intereses políticos, quiero que me atienda un profesional sin que importe su ideología.

¿Qué facilidades hay para la conciliación de la vida familiar y laboral?

Con lo que tenemos, milagros no se pueden hacer. Por eso la gente se va. Con una plantilla escasa, puedes encontrarte con que la supervisora te llama el día de descanso para que al día siguiente, que también descansas, tengas que incorporarte. No por gusto, sino porque no hay gente. ¿Cómo vas a conciliar con esta ratio?

En esta época de tensión desde que empezó la pandemia, ¿han aumentado las agresiones a enfermeros?

No hemos recibido denuncias últimamente. Tuvimos un caso verbal. Sí sabemos por compañeros que la población está irritada y se cabrea mucho. El primero es el de la puerta y la siguiente, la enfermera. Ese estado de tensión que se ve, por ejemplo, al ir a hacerte una analítica y ver las colas. Pero tú sabes que están pinchando y haciendo extracciones como locos. Yo le diría a la ciudadanía que la sanidad pública no mejorará si no se exige.

Por lo general, la sociedad reconoce el esfuerzo de los enfermeros y las enfermeras

Sí. El paciente que está ingresado o el de Atención Primaria que lleva años con su enfermera sabe lo bien que hace su trabajo, lo responsable que es y cómo cuida la parte emocional y afectiva. Quien tiene contacto directo conoce su cercanía. El resto de la población, que por suerte no hace uso de la profesión porque no la necesita, acude puntualmente y ve esos problemas de funcionamiento. Es más fácil proyectar el enfado sobre lo inmediato que sobre quien gestiona mal la sanidad.

¿Hasta qué punto es importante la enfermera escolar?

Lo es y mucho. Cada día nos encontramos con problemas de todo tipo con los chavales. Desde nutrición hasta alergias, emocionales o de vacunación. Si estos aspectos se controlasen en edad escolar, se evitarían muchos problemas de salud después. Se debería tener en cuenta ya. No es viable tener una enfermera por colegio, pero sí una para varios. Beneficiaría mucho, y no solo al niño sino también a la familia.

¿Qué problemas hay a nivel rural?

El cierre de consultorios y el ratio de enfermeras para las visitas a pueblos. Yo recuerdo que la enfermera iba una vez a la semana, revisaba a los mayores y a pacientes pluripatológicos. Se nos olvida que vivimos más años, pero estamos más enfermos. Necesitamos más control y cuidado. Esas enfermeras ya no las tenemos y las que quedan no pueden hacerlo. La pérdida de servicios se nota luego en el hospital. Todo termina en urgencias. 

Cuando uno en vez de prevenir tiene que cuidar, además de ser más caro, es malo para el ciudadano. No estamos dando servicios de calidad. La población no está asistida como debería y la enfermera se estresa porque quiere dar esa atención. En los geriátricos hay pocas, muy cansadas y, cuando se ven desbordadas, tienen que llamar al centro de salud. Se sacan de allí para que vayan a esos centros privados. Algo estamos haciendo mal.

Se ha creado un nuevo título en FP de Cuidados de Enfermería

A los gestores se les ha ocurrido esta solución. Me parece una barbaridad. Una persona anciana, con un 90% de posibilidades, va a tener pluripatologías. Demos cuidados de calidad. Pongamos enfermeras geriátricas y paguémoslas como Dios manda, pero no pongamos un parche. Eso no va a resolver el problema. Seguirán abusando de los servicios públicos. No solo quita puestos de trabajo a profesionales de Enfermería. También defiendo a nuestros mayores y que tengan una sanidad porque yo también lo voy a ser y voy a necesitar cuidados expertos.

¿Cómo se incentiva la formación desde el Colegio?

Es una institución de derecho público. Eso significa que debemos velar por que los trabajadores tengan las competencias para el ejercicio profesional. Por eso formamos a nuestros colegiados a través de distintas plataformas. Desde cursos de acreditación para las bolsas de trabajo hasta talleres de intervención específica y puntera. 

También trabajamos para que la enfermera pueda investigar en su campo de trabajo. No se entiende que no pueda hacerlo porque no tiene tiempo. Además, involucramos al resto de la población. Por ejemplo, vamos a lanzar un curso sobre tabaquismo con actuaciones terapéuticas para dejarlo. Hicimos hace poco otro sobre diabetes. Tratamos de aportar nuestro granito de arena al progreso de todos y es importante que los ciudadanos participen en estas iniciativas.

El colegio trabaja por y para los enfermeros y también para los ciudadanos. Defendiendo las competencias profesionales defiende también la salud pública. Es importante que la sociedad sepa esto. Los colegios estamos vigilantes de que los trabajadores sean competentes en su desempeño profesional.