Aguilar: 1.126 empleos nuevos en 20 años y 597 vecinos menos

A. Benito
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Las fábricas tienen que buscar trabajadores fuera. La mayoría procede de Guardo, Cervera, Palencia capital y Reinosa. El sociólogo Francisco Javier Gómez Caloca achaca la pérdida de población a la escasez de vivienda y a una nula planificación urbana

Aguilar: 1.126 empleos nuevos en 20 años y 597 vecinos menos

El número de afiliados-cotizantes a la Seguridad Social en el municipio de Aguilar creció un 54,47% entre 2003 y 31 de diciembre de 2019,  al pasar de 2.067 a 3.118 (1.126 más). Paradójicamente, a lo largo de estas casi dos décadas, la villa galletera ha perdido 597 habitantes. Concretamente, ha pasado de tener 7.346 a 6.749 vecinos, lo que supune un retroceso de la población del 8,13%. 


Tal y como señala el sociólogo Francisco Javier Gómez Caloca, responsable de este estudio, «no deja de sorprender que una fuerte creación de empleo en el sector industrial y manufacturero coincida con una pérdida constante de población» y más teniendo en cuenta que «no estamos ante la creación de puestos de trabajo susceptibles de ser prestados en modalidades de teletrabajo, sino de empleos que exigen la presencia física». Por eso habla de una «extraña realidad».


Y es que, históricamente, ha existido una clara relación de causa-efecto entre la existencia en un determinado territorio de puestos de trabajo y el crecimiento demográfico. «En nuestra provincia hemos asistido a las consecuencias demográficas en términos de despoblación de la desaparición de todo un sector productivo, como la minería, y el desplome poblacional de los municipios de la cuenca minera, en especial de Guardo, que en lo que llevamos de siglo ha perdido casi un tercio de su población», apunta Gómez Caloca.


De hecho, en esta última localidad casi un 25% de pérdida de puestos de trabajo en el período analizado ha supuesto una disminución del 26,97% de los habitantes.  Tal y como explica el sociólogo palentino el de Guardo es un comportamiento «negativo, pero lógico», mientras que en Aguilar lo que se da es una «anomalía demográfica». La villa galletera, además, lleva casi dos décadas en situación de paro estructural, entendido este como el que se produce cuando las empresas no consiguen encontrar el perfil ni el número de trabajadores que necesitan, cuando no existe falta de demanda de trabajo y cuando tiende a ser un desempleo más o menos estable al margen de coyunturas cíclicas.


La consecuencia de esta situación del mercado de trabajo propio, limitado por la ausencia de habitantes en edad de trabajar, a su vez acotado por la inexistencia de vivienda, es que las grandes empresas del sector industrial instaladas en Aguilar tienen que buscar trabajadores fuera del municipio e incluso más allá de los límites provinciales y regionales.


«Ese triple movimiento de abastecimiento de mano de obra se centra en el eje de la CL-626, de Guardo a Aguilar pasando por Cervera y alrededores, de donde proceden unos 250 empleados; el eje de la A-67 hacia el sur, que conlleva el desplazamiento desde la capital y los pueblos hacia arriba de un número indeterminado de trabajadores (posiblemente por encima de 150); y el eje de la A-67 hacia el norte, que aporta más de 300 empleados, la mayoría de ellos de la localidad cántabra de Reinosa», indica Gómez Caloca.

 

LA FALTA DE VIVIENDA, UN EMBUDO AL CRECIMIENTO. Gullón, principal industria galletera de Aguilar, ya ha anunciado que en esta década puede llegar a los 3.000 trabajadores directos. «Si la oferta de vivienda, ya sea de nueva construcción o usada, no se incrementa de forma urgente y sustancial (por encima de los tres dígitos), pronto el número de empleados que van y vienen todos los días será superior a los que tengan su domicilio en el municipio», advierte Gómez Caloca.


A su juicio, se trata de un «reto urgente» al que es muy posible que se llegue tarde «por la falta de acción política municipal y autonómica». Asegura que «el problema no lo arreglan las tantas veces anunciadas, fotografiadas e inauguradas, todavía sin acabar, 19 VPO». Cree que «habría que poner un cero a la derecha de la cifra» y que «un Ayuntamiento no se debería contentar con tener grandes empresas que pagan sus impuestos en la localidad mientras cada vez hay menos gente que vive en el municipio».


Tal y como recoge el estudio elaborado por el sociólogo palentino, el problema de la inexistencia de vivienda en Aguilar aparece de forma clara en las estadísticas del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana sobre transacciones inmobiliarias de viviendas por municipios. Según este informe, el número medio anual de transacciones en base a la última década es de 70 y, si se limita al número de viviendas nuevas puestas a la venta, la disponibilidad se reduce a una media de 12, con años como 2016 con solo dos vendidas. «Los datos de venta de vivienda nueva y usada nos hablan de un mercado inmobiliario paralizado», afirma Gómez Caloca.


«Con 118 viviendas nuevas en 10 años poco se puede hacer para ofrecer una alternativa a los cientos de trabajadores que necesitan las empresas del municipio y que recorren todos los días las carreteras de la provincia y de Cantabria con trayectos por carreteras de montaña y por encima de las dos horas diarias de viaje de ida y vuelta», continúa.


El sociólogo responsabiliza de esta «improvisación» a un Ayuntamiento que «no ha previsto el planeamiento urbano necesario para que la población del municipio crezca en paralelo a su riqueza y empleo», además de «a una Junta de Castilla y León que ha mirado para otro lado, más allá de medidas cosméticas y ridículas como intentar arreglar una demanda de, al menos decenas sino algún ciento de viviendas, con docena y media».


Recuerda que no existe una densidad de población que indique que falta terreno para el desarrollo urbanístico -28,66 habitantes por kilómetro cuadrado, muy por debajo de la media nacional (94,00) y de municipios como Grijota (81,29), Villalobón (88,94)o Guardo (95,42)- y defiende que «un municipio rodeado de terrenos no puede poner puertas al campo de la necesaria construcción de viviendas que exige su futuro poblacional.


Finalmente, Gómez Caloca va más allá y afirma que «detrás de la falta de previsión y desarrollo urbano, más que una incapacidad de gestión hay una estrategia política de conservación del poder». Señala, por último, que «son muchos y estudiados los casos de ayuntamientos que han visto cambiar sus mayorías políticas cuando se producen incrementos poblacionales de forma más o menos fuerte, más si los hipotéticos nuevos pobladores pueden tener un perfil de clase». Por eso se pregunta «si no se está sometiendo el crecimiento y rejuvenecimiento de un municipio a intereses cortoplacistas de hegemonía política». «Aunque no guste, yo digo que sí», sentencia.