"Siempre me han interesado las historias de supervivientes"

Juana Samanes
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Una mujer amante de su profesión que cree firmemente que en la vida hay oscuridad, pero también luz, como refleja en las películas que dirige

"Siempre me han interesado las historias de supervivientes" - Foto: Carlos Luján

La guionista y directora Ángeles González Sinde vuelve a primer plano de la actualidad por el estreno de su última película, El comensal, inspirada en la novela homónima de Gabriela Ybarra, que describe cómo el cruel asesinato de su abuelo Javier de Ybarra Bergé, a manos de la banda terrorista ETA, marcó la vida de toda la familia.

¿Qué le motivó a usted a adaptar a la gran pantalla una novela con un contenido de material tan sensible?

El libro me cautivó desde el primer momento que lo leí. Aunque por su forma de estar narrada era muy complicado de llevar al cine porque no posee una trama estructurada, pero tenía dos cosas que me interesaban mucho: una profundidad psicológica muy grande en su descripción de los personajes, y también de las relaciones familiares. Y luego ese viaje y especulación que hace la escritora sobre la juventud de sus padres. Además, tocaba temas cercanos como, por ejemplo, que lo político y lo social tienen mucho impacto en lo personal, en lo íntimo, o la transmisión de la memoria: cómo un abuelo que no conocimos puede estar tan presente en nuestras vidas.

Ha recurrido a la ficción en algunas partes de la película, lo que ha enfadado a algunos miembros de la familia Ybarra. ¿Qué les diría a estas personas sobre ese tema?

Yo respeto a la familia, por eso le comenté a Gabriela que cambiásemos los nombres y que, al escribir el guion, partiéramos de la base de que esto no es un documental sino una elaboración de unos hechos sobre la memoria familiar realizada por ella, por la nieta del asesinado, que yo he vuelto a elaborar y añadir una capa más. Nos inspiramos en una familia real pero tiene muchos elementos que son fruto de la ficción. 

¿El comensal tiene conexiones con su primera película, La suerte dormida, desde el momento en el que habla del dolor por la pérdida de un ser querido? 

El duelo y la pérdida está muy presente en mi filmografía desde que murió mi padre cuando yo tenía 27 años, de un día para otro. Por ello, como ocurre con el hijo del asesinado en El comensal, me quedé con ese duelo congelado, lo sobrellevé como pude y, al final, a las cosas que te inquietan, les das vueltas en la escritura. Siempre me han interesado las historias de supervivientes, de qué hacen cuando la vida les da un palo, cuando, como ocurre en esta ficción, vives rodeado del mal, de personas que pueden ser crueles y tan arbitrarias con la violencia. ¿Cómo lidias con eso?, ¿Cómo te sobrepones a la injusticia y al sufrimiento de la vida? A mí me gusta pensar que en la vida hay oscuridad, pero también luz y cada uno nos sobreponemos como podemos.

La incapacidad para olvidar y perdonar flotan en esta cinta, algo comprensible tras conocer los vástagos que torturaron y asesinaron a su padre. ¿Pero qué pueden hacer las víctimas, cuando muchos que defendían la violencia etarra los tenemos ahora ocupando cargos públicos?

Eso es lo que se perseguía en la política española cuando llegó  la democracia, que muchas de estas personas acataran la Constitución y el ordenamiento jurídico. Que los que tenían delitos de sangre pagaran por ello y quienes no los tenían e hicieran una evolución, acatando la legalidad, participasen en la vida pública del país.

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