38 años de copas en el Pancho

César Ceinos
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El primer bar de la zona del Seminario abrió sus puertas en 1984 y cerró el pasado mes de septiembre. «Hemos casado a dos generaciones», bromean sus propietarios

Juan Ignacio Rebolledo y María Antonia Andrés - Foto: Óscar Navarro

A María Antonia Andrés y Juan Ignacio Rebolledo, más conocidos como Marian y Pancho, les dio mucha pena despedirse el pasado 29 de septiembre de su bar, el Pancho, pero admiten que «38 años en la hostelería cansan mucho» y ahora, ambos jubilados, se dedicarán a «disfrutar de la vida».

Muy lejos queda ya el 31 de agosto de 1984, cuando ambos decidieron abrir las puertas de su establecimiento hostelero. MarianAndrés recuerda que «fue el primer bar» de la zona de fiesta de la calle Cardenal Almaraz, que empezó a ser llamado popularmente el Seminario por estar situada junto a este inmueble. 

De los inicios, la responsable comenta que guarda grandes recuerdos, que están protagonizados, principalmente, por la gran cantidad de clientes que se acercaban hasta el local. «Había muchos clientes. Los fines de semana era impresionante. Venía gente de los pueblos y entre semana pasaban los habituales», cuenta Marian.

Los propietarios del bar Pancho han sido testigos de los cambios que se han producido en la hostelería palentina en estos 38 años. Marian rememora que, en torno a 1987, se fueron ocupando el resto de locales y que la zona se transformó en «pijolandia», con clientes que rondaban, en líneas generales, los 28 o 30 años. «El Seminario era el lugar de copas que más gente aglutinaba. Luego se fueron abriendo otros locales en otras zonas», comenta. Inicialmente, el Pancho abría a la hora del vermú y en horario vespertino y nocturno, pero a los ocho años y, tras fracturarse la pierna su marido Pancho, decidieron volcar sus esfuerzos en la tarde-noche, la franja horaria en la que más éxito han cosechado a lo cargo de casi cuatro décadas.

En el siglo XXI, en una época en la que tuvieron que enfrentarse también a la alternativa del botellón, la edad habitual de los clientes descendió hasta los 20-25 años. «Los que venían últimamente eran más jóvenes», añade la dueña tras de comentar que en la década de los 80 y 90 se bebía más vino que ahora y que, en la actualidad, la petición más reclamada por los parroquianos es la cerveza.

Por otro lado, Marian tampoco quiere olvidarse de la labor del personal  del Pancho ni de los clientes que pasaron por su establecimiento. «He tenido a los mejores camareros del mundo.Sin ellos no hubiésemos hecho nada», manifiesta la hostelera antes de destacar la fidelidad de muchos palentinos. «Además eran buena gente», apostilla.

El bar permanece cerrado ya que, al menos de momento, no van a traspasarlo. Con el cese de negocio, la noche palentina pierde un bar, pero sus dueños dejan de ser esclavos del mismo. En su memoria, eso sí, quedarán las mejores anécdotas de una vida detrás de la barra. «En 38 años, hemos casado a dos generaciones», bromea la propietaria.