Pareja: «Un ingeniero tiene que ser curioso y yo lo he sido»

Carmen Centeno
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No titubea al asegurar que en España el nivel de la ingeniería aeronáutica es «excelente». Lo afirma desde la sabiduría y la experiencia de 35 años en CASA y Airbus, viviendo muy de cerca el nacimiento y el desarrollo de entre 15 y 20 aviones

Miguel: «Un ingeniero tiene que ser curioso y yo lo he sido» - Foto: Sara Muniosguren

En su familia no había antecedentes relacionados con la aviación; sí con los ferrocarriles, ya que su padre y su abuelo eran empleados de Renfe. Fueron la curiosidad y las circunstancias las que dirigieron sus pasos a un campo tan complejo, especializado y gratificante como el de la ingeniería aeronáutica. Y no se arrepiente porque a lo largo de su vida profesional ha puesto en práctica ese espíritu curioso, un buen cúmulo de conocimientos y sus habilidades técnicas y sociales para cumplir el objetivo del trabajo bien hecho.

Clemente Pareja Miguel nació en la capital palentina en 1960, aunque la abandonó pronto. Cuando tenía diez años, sus progenitores decidieron acercarse más a la familia -un tío suyo, fotógrafo, se había instalado en Benidorm- y se trasladaron a Alicante. Allí pasó la adolescencia y la primera juventud, en una ciudad mucho más grande que la suya y con el mar delante. «Verlo ahí, siempre, engancha», confiesa. 

Estrenó el colegio de los Agustinos y fue abriendo camino a los cursos de la EGB y el BUP, de forma que siempre estuvo entre los mayores del centro y eso generó un mayor grado de confianza con los profesores. En realidad, era algo bueno a nivel de relaciones y quizá de socialización, pero no tanto en el ámbito formativo, puesto que nuestro protagonista era buen estudiante y no necesitaba que le animaran a ello. 

Miguel: «Un ingeniero tiene que ser curioso y  yo lo he sido»
Miguel: «Un ingeniero tiene que ser curioso y yo lo he sido»

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