Forja joven en el medio rural

David Herrero (Ical)
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Pablo Carazo combina sus estudios de ingeniería con su afición a elaborar cuchillos de manera tradicional en su particular fragua de Torquemada

Forja joven en el medio rural - Foto: Brágimo (Ical)

Artes tradicionales en el medio rural palentino. El joven Pablo Carazo, que  ha instalado en Torquemada la Fragua de Ouróboros, se define como un herrero «incompleto», aunque no será por su ímpetu y formación recibida, que combina con sus estudios como ingeniero de Minas en Madrid.

No hay herreros en su familia, ya que su padre es constructor, algo que no le ha impedido llevar a cabo uno de sus sueños. «De pequeño siempre cogía un palo y me servía de espada o de hacha para jugar. Cuando veía  El Señor de los Anillos  u otras  películas siempre me fijaba en las armas que portaban los personajes durante la batalla», afirma.

Señala que cuando tenía 14 años acudía a un taller mecánico de la familia y siempre trasteaba con un metal u otra herramienta. Comenzó a hacer cuchillos, el primero «muy basto». No obstante, siguió por esa línea hasta que, con 18 años, viajó a Toledo para aprender y formarse en una escuela de herreros. Siete días que sirvieron para afianzar sus gustos, algo que le ayudó  de decantarse y montar su forja en Torquemada. Habló con otros herreros, porque su trayectoria había ido por libre, y  conoció ciertos trucos y técnicas con las que mejoró hasta el día de hoy, aunque recalca que «no deja de ser un hobby».

paso a paso. «No quiero dejarlo, pero todo dependerá de mi futuro trabajo tras terminar los estudios. Es muy difícil poder vivir de la forja y no estamos en Estados Unidos, donde hay personas que solamente se dedican a este oficio. De momento, lo mantengo para mis ratos libres», señala. Deja claro que no es el mejor herrero ni mucho menos, pero asegura a Ical que vivir en un pueblo le ha dado las «oportunidades» para poder empezar con esta afición. «Habrá gente que viva en una ciudad y no se lo llegue a plantear», por lo que está muy agradecido a Torquemada y a su familia por el apoyo.

Respecto al nombre de la forja, con perfil en la red social Instagram (@lafraguadeouroboros), explica que procede de aquello de la «serpiente que se muerde la cola», ya que al escuchar ese nombre y todo el significado mitológico que conlleva, supo que era el perfecto para su hobby.

cuchillos. «Aunque recibí formación de forja tradicional, lo que a mí me llena y gusta es crear herramientas,  algo útil que se pueda llevar al campo y que perdure en el tiempo. Algo que pueda decir que lo hice yo», afirma, 

El cuchillo nace desde cero de una barra a la queda forma y lija. Aunque la estética suele ser similar, trabaja bajo pedido para amigos o gente que pasa por la forja, intentando conseguir las exigencias de cada cliente dentro de las capacidades y el tiempo de Carazo. 

«Muchas veces me quito de hacer cosas nuevas para mí por el hecho de poder acabar los pedidos», sostiene. No deja la herramienta sin terminar y realiza el mango y hasta la funda, porque los cuchillos de campo «sin funda no visten» y es de recibo poder entregarlo con ella. Fue el pasado verano cuando decidió realizar un curso de fundas de cuero con el fin de formarse. 

En el caso del mango, emplea maderas sobrantes de una empresa de organería del municipio, ya que son de gran calidad. Respecto a la funda, acude a Villarramiel para comprar un cuero de vaca, de color piel, el cual tiñe y da forma y cose hasta obtener el resultado final.