Casi ajenos a la catástrofe

César Ceinos
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El carrionés Jorge Castrillo explica que no se enteró de la gravedad de la situación en el Medusa hasta que vio el dispositivo policial

Jorge Castrillo, a la izquierda, junto a sus amigos Pedro Romero (centro) y Francisco Baños (derecha). - Foto: DP

Los gustos musicales del carrionés Jorge Castrillo le salvaron de un gran susto o, incluso, de la muerte. Era una de las 50.000 personas que se estaba divirtiendo durante la madrugada del viernes al sábado en el festival de música electrónica Medusa Sunbeach de Cullera (Valencia) cuando se levantó la gran tormenta seca que provocó la caída de varias estructuras. Estos incidentes, por desgracia, provocaron el fallecimiento de un joven de 22 años y al menos 40 más resultaron heridos, pero el vecino de Carrión, que andaba en el escenario  Resonance junto a dos amigos, no se enteró de la gravedad de los hechos hasta que se lo comentó un vendedor tras al desalojados.

«Estábamos viendo a la disc jockey Lilly Palmer cuando empezó a levantarse el viento. Ella terminó su actuación y, como queríamos escuchar al siguiente DJ, Regal, nos quedamos allí. Fue acabar ella y se apagó la música sobre las 4 o 4,30 horas. Empezó a venir aire, aire, más aire, que era muy caliente.También caían algunas gotas. Como no había música, fuimos a las barras, pero solo nos servían agua y decidimos volver al escenario, donde nos sentamos en el césped artificial.Creíamos que iba a continuar de nuevo», explica Castrillo, quien no se imaginaba lo que sucedía en otra zona del festival.

Pero a continuación se desencadenaron los acontecimientos. «Vino la Guardia Civil y empezaron a sacarnos. Veías que estaba todo movido por el efecto del tornado», comenta el carrionés. Fue entonces cuando pasaron por un puesto cerca de la entrada al recinto y el vendedor les explicó la situación. «Nos dijo que había habido un accidente y que había una persona muy grave», añade.  Después de recibir esta información ya vió las ambulancias y otros vehículos de emergencia.

A continuación, caminaron hasta el camping, que estaba a unos 500 metros. Por fortuna, el temporal no afectó mucho a la zona en la que pernoctaban y durmieron allí, aunque en otros lugares de la acampada, el viento sí levantó los toldos. Al día siguiente había también viento, aunque menos, según explica el carrionés, y recibieron la confirmación de que se tenían que volver a su tierra: el Medusa se había suspendido.Eso sí, este incidente no le ha quitado las ganas de regresar a Valencia el año que viene.«Ya lo hemos hablado», concluye. 

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