CAMBIAR LO COTIDIANO POR UNA SINFONÍA DE COLORES

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El periodista Antonio Álamo desgrana ante el público su visión de una Palencia que «sigue manteniendo esa impronta de sosiego y apacible»

Antonio Álamo, durante el pregón. - Foto: Sara Muniosguren

El escritor, periodista y colaborador de Diario Palentino, Antonio Álamo, fue el encargado de «abrir» las fiestas de San Antolín con el pregón del Casino, «una institución emblemática en la ciudad», según expresó.

Álamo repasó en su pregón su vida y andanzas por una ciudad que, como dijo, «sigue manteniendo esa impronta de sosiego, apacible y limpieza que la caracteriza. Tal vez desde dentro no se repare en tales virtudes que hacen de ella una ciudad única en su género».

El pregonero desgranó su conocimiento de Palencia a través de los estudios, el deporte, las amistades y el trabajo. Tras resaltar su formación educacional en las escuelas de San Miguel, el instituto Jorge Manrique y el colegio La Salle, Antonio Álamo quiso resaltar especialmente el período «más glorioso» del atletismo palentino con dos equipos, Educación y Descanso y Peña Deportiva Palentina, cuyos integrantes compartían pistas e instalaciones en el Campo de la Juventid bajo la mirada de sus entrenadores, Gerardo Cisneros y Mariano Díez.

EN EL 'DIARIO'. «Gracias al trabajo amplié la perspectiva porque un periódico es una atalaya privilegiada desde la que se contempla a diario el pulso de una ciudad. Lo atestigüé a partir de 1977, cuando entré a trabajar en el Diario Palentino y luego, con los años, desde 1984, a través de mi otra casa de siempre, El Norte de Castilla. E incluso gracias a los ya desaparecidos Noticias de Palencia y Carrión», pormenorizó Antonio Álamo, quien dedicó un apartado especial para el decano de la prensa palentina: «Tuve la suerte de compartir horas en el Diario con un grupo de periodistas, para mí inolvidables. Eran cinco, pertenecían a la generación anterior a la mía… mi padre, Barreda, Buisán, Gonzalo y Yaye. Puedo dibujar aquella redacción… una sala espaciosa de cinco puertas y con mucha luz, pero me quedo con las imágenes humanas porque, teniendo en cuenta que yo entonces era el benjamín, las de estas personas me sirvieron como ramas de árbol cuando empezaba a volar. Y también me quedo con las de quienes, décadas después, me reservaron espacio en ellos: Carlos Martín Santoyo y Jorge Cancho en el Diario».

Para Antonio Álamo, la calle fue y es un pilar fundamental para completar su panorámica de lo que es Palencia para él y cómo la siente: «Esta generación, que es la mía, fue callejera, inquieta, competente, trabajadora, muy discreta y bulliciosa. Callejera porque no existía internet y tuvo que buscar entretenimientos alternativos como aquellas peleas a cantazo limpio entre los vecinos de la zona de San José, Fábrica de Armas y calles Santiago y Héroes de Alcázar. Las cicatrices en la cabeza de algunos jubilados lo prueban. Era inquieta porque fue capaz de compaginar múltiples facetas y adquirir conocimientos en todo tipo de lugares… incluso en irrepetibles templos de la cultura y el saber como el Pacus, Orfeo, Moravia, Los Yodis o La buhardilla, una universidad nocturna situada en los confines de Cardenal Cisneros donde las clases comenzaban a las 12 de la noche y terminaban al amanecer. Muy competente y trabajadora porque en sus respectivos ámbitos se ganaron la confianza de todo el mundo. Y muy discreta como comprobará cualquiera que conozca a sus miembros».

Quiso dejar para el final del pregón elrjo de lo que considera como una de las grandes características que distinguen a los palentinos: «Era y es gente bulliciosa. Comenzaban los festejos y la ciudad se transformaba, sustituyendo el tráfago cotidiano por una sinfonía de colores, música, alegría y caras sonrientes. Y a menudo, regada con una chaparrada ocasional. Aquellos programas de fiestas, llenos de encanto, han crecido lo mismo que la ciudad, hasta el extremo de que el de este año cumple a la perfección con el objetivo de ofrecer posibilidades para que estos días resulten inolvidables».