«El reto está en trasladar la innovación al mercado»

A. Benito
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La palentina Nuria Marcos es la CEO de PONS IP, una firma global de propiedad industrial e intelectual. Defiende las patentes y las marcas como herramientas de desarrollo empresarial y ve en el momento actual una oportunidad de crecimiento

«El reto está en trasladar la innovación al mercado» - Foto: JUAN LAZARO

Licenciada en Derecho por la Universidad de Valladolid, Nuria Marcos tiene un máster en Dirección Comercial y Marketing por el ESIC y otro de Propiedad Intelectual del Icade. Hace 24 años, esta palentina inició su carrera profesional en PONS, donde ocupó diversos cargos hasta ser nombrada directora general en el año 2012. Experta en propiedad intelectual e industrial, destaca su experiencia en proyectos de transferencia en tecnología y en consultoría estratégica para compañías multinacionales innovadoras.

PONS es la primera firma nacional en número de registros en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en registros de marca ante la Oficina Europea. Entre sus clientes, unos 30.000 de España y de todo el mundo, se encuentran grandes empresas como Telefónica, Repsol, Renfe, CSIC o Acciona. Explíquenos en qué consiste exactamente la labor de la compañía a la que representa

Lo que más nos diferencia dentro del sector en número e importancia de clientes -del IBEX35 tenemos 18 o 19- es la forma de tratar la propiedad industrial como un medio para conseguir un fin. Una patente no sirve de nada si no hay un proyecto empresarial detrás. Desde un emprendedor hasta una gran compañía, todos necesitan organizar aquello que les da una ventaja competitiva, y eso siempre va alineado con aspectos de marketing o branding relacionados con la marca y con la innovación. 

«El reto está en trasladar la innovación al mercado»«El reto está en trasladar la innovación al mercado» - Foto: JUAN LAZAROComo decía, las patentes son un medio para un fin, pero hay mucha complementariedad. Eso es lo que nos caracteriza, que partimos siempre de la necesidad y el posicionamiento concretos de cada empresa según su tamaño, dimensión o estrategia, y, en función de eso, diseñamos la vía más adecuada.

En alguna ocasión ha dicho que «la marca es el activo más importante de una compañía». ¿Son las empresas conscientes de esa máxima?

En estos 24 años he visto una evolución importante. En Castilla y León, por ejemplo, pienso en las empresas vinícolas. En la medida en que han tenido que salir a competir a mercados internacionales han puesto más en valor su marca, porque se dan cuenta de que es el único modo de darse a conocer y de diferenciarse. 

«El reto está en trasladar la innovación al mercado»«El reto está en trasladar la innovación al mercado» - Foto: JUAN LAZAROPor otro lado, con este entorno digital que es tan global es aún más importante proteger la marca. Las empresas pequeñas cada vez lo tienen más claro y las multinacionales lo saben porque cualquier estrategia de rebranding pasa necesariamente por analizar las posibilidades y los riesgos que les ofrece registrar una marca a nivel mundial. 

El reto, por tanto, es que las empresas pequeñas que no exportan tanto pongan en valor su marca

Sí. Nosotros colaboramos mucho con el Instituto de la Competitividad Empresarial, que está en Valladolid, y a través de él hemos organizado charlas en la Cámara de Comercio de Palencia y en las de casi todas las provincias tratando de concienciar a los empresarios del valor que puede tener su marca a nivel global. También lo hemos hecho con el ICEX. Es parte de nuestro trabajo insistir en que hay que generar esa cultura de propiedad industrial que a veces falta. 

En el mundo se incrementan cada año los datos de patentes y marcas registradas. España, por su parte, cerró 2020 con el primer dato positivo en solicitudes de patentes desde 2008. ¿Son esas últimas cifras de registro un motivo de esperanza?

Yo creo que sí. Si después de lo que nos acaba de pasar no somos capaces de poner en valor nuestro ecosistema de ciencia e innovación, vamos a tener un verdadero problema futuro de competitividad. 

Con esta crisis nos hemos dado cuenta de que no teníamos empresas que hicieran I+D. Ahí está el caso de las mascarillas del CSIC, un gran cliente nuestro que ha comprobado lo difícil que es hacer este producto con infraestructura e iniciativa española. Ahora que vienen los 3.300 millones de los fondos europeos destinados a innovación, hay que coger esta oportunidad al vuelo y ser capaces de transformar nuestra economía productiva. 

Igual que hacemos investigación básica de calidad tenemos que trasladar esa innovación al mercado, ese es el gran reto. Ya no hablamos de transferencia de tecnología, sino de colaboración público-privada para el desarrollo de la innovación. Ahí tenemos que estar.  

En el ranking de solicitudes de patentes nacionales de 2020 figuran muchos organismos públicos y universidades y pocas empresas privadas. En el caso de la UVa, es la primera universidad de CyL y la sexta de España en número de patentes nacionales. ¿Qué lectura hace de estos datos?

Las empresas no están acostumbradas a utilizar la patente como elemento de protección de sus resultados. En su colaboración con las universidades, la relación suele derivar no hacia la patentabilidad, sino hacia contratos de investigación financiada donde es la universidad la que trabaja para la empresa desarrollando esa innovación.  

Efectivamente, los datos de la Universidad de Valladolid, otro buen cliente nuestro y del que estamos muy orgullosos, son muy positivos. Tiene unos parques tecnológicos que empiezan a funcionar, y eso es muy importante porque para que una invención llegue al mercado debe pasar necesariamente por una patente. 

Lo que nos tiene que preocupar ahora es conseguir que haya un ecosistema de empresas que surjan allí y que sean capaces de explotar y poner en valor el conocimiento. En España hacemos una investigación buena que sale del entorno de lo público, pero no somos capaces de llevarla al mercado. Yo creo que si todos nos aplicamos en hacer investigacion útil y aprovechamos los fondos que vienen, tenemos una gran oportunidad. Ese es el reto.

En un año, a priori tan malo como el 2020, las estadísticas han mejorado y eso se debe a que todos nos hemos focalizado en mejorar los resultados de la innovación y en resolver problemas concretos que ha generado la pandemia. Eso se ha convertido en patentes, que no son otra cosa que proyectos que se han explotado, ese es el verdadero éxito. 

¿Se podría decir, por tanto, que el impacto del Covid en la actividad innovadora y en la gestión de las firmas de IP ha sido positivo? 

Esto ha sido un punto de inflexión que nos ha hecho reflexionar sobre por qué no teníamos empresas en España que innovaran y, sobre todo, que fabricaran ese resultado de la innovación. En la mayoría de los casos dependíamos de China y de otros países. En España somos buenos en muchas cosas, por ejemplo en biotecnología, en energías renovables y en el entorno de la innovación agrícola, y ahora tenemos la oportunidad de definir qué queremos ser de mayores. La propiedad industrial nos va ayudar en esa tarea, porque como ya he señalado es una herramienta para poner en valor la competitividad de nuestras empresas.

Varios países miembros de la Organización Mundial del Comercio han planteado la posibilidad de liberalizar de manera puntual las patentes de las vacunas contra la Covid-19.  Creen que de esa forma se podría administrar el fármaco a un menor coste y inmunizar más rápido a un mayor porcentaje de la población. Otros piensan que si se libera la patente las empresas que han invertido grandes sumas de dinero no podrán rentabilizar esa inversión, lo que desincentivará la iniciativa empresarial a futuro. ¿Qué opina usted sobre este tema?

Yo creo que no va a llegar la sangre al río. En el mercado no habría fármacos innovadores si las compañías farmacéuticas no invirtieran y para hacerlo tienen que seguir ganando dinero. En este entorno, las patentes les sirven para maximizar sus beneficios en aquellos países donde pueden vender. No obstante, por imagen, las farmacéuticas no van a querer que esto llegue a ser un conflicto abierto. Entiendo que lo que van a hacer es suspender temporalmente las patentes o conceder una licencia voluntaria u obligatoria sobre ellas permitiendo que países del Tercer Mundo que quieran y puedan produzcan, fabriquen y distribuyan las vacunas dentro de un ámbito geográfico concreto. 

La legislación de patentes permite perfectamente este juego y eso no significa que las farmacéuticas vayan a dejar de tener enormes beneficios en países más desarrollados donde la venta de sus productos está justificada para que puedan seguir investigando. Aquí el problema está, no tanto en la patente, como en la capacidad productiva de los países. En cualquier caso, yo creo que todo se va a resolver de forma favorable. 

El Consejo Europeo aprobó el 21 de junio de 2020 la creación del programa NextGenerationEU, el mayor instrumento de estímulo económico jamás financiado por la Unión Europea. Los fondos supondrán la inyección de dinero público en proyectos de innovación. ¿Qué papel juegan las firmas de IP en este contexto?

La propiedad industrial es una herramienta, tanto a nivel contractual como a nivel de protección y explotación, que va a permitir financiar productos de innovación. Los secretos profesionales, las patentes, los diseños industriales, las marcas o los modelos de utilidad tienen que vertebrar la gestión de los fondos y la explotación de sus resultados. 

Entre sus nuevos servicios destacan los que tienen que ver con la vigilancia tecnológica y la tecnología blockchain aplicada a la protección de activos intangibles. ¿Ha modificado la transformación digital el perfil de los servicios legales que demandan las empresas?

En el famoso legaltech la propiedad intelectual encontró hace ya varios años uno de sus primeros nichos. Siempre hemos tenido que utilizar herramientas muy tecnológicas y bases de datos hiperconectadas, por eso tenemos que esforzarnos un poco más no solo en dar una capa adicional de servicio a las empresas, sino en generar valor viniendo de ahí. 

El blockchain puede servir para generar evidencias digitales, para determinar la trazabilidad de un producto y evitar falsificaciones, para permitir hacer contratos de transferencia de tecnología de forma ágil... La inteligencia artificial permite generar herramientas de machine learning como las que utilizamos nosotros, que permiten identificar infracciones de tu marca a nivel global en tiempo real y actuar de forma rápida. Creo que nos tenemos que apoyar en esas nuevas herramientas para generar valor en los servicios hacia los clientes que lo demandan y lo necesitan.

PONS tiene 1.106 clientes en Castilla y León y 250 de ellos están en Palencia. ¿Cuál es el perfil de las empresas de la región y de la provincia que demandan sus servicios?

Me gustaría decirte que son más del entorno de la innovación, pero están más en el de la marca. En este apartado, desde lo público sí que somos conscientes de la importancia de poner en valor nuestra marca-provincia o marca-ciudad, de hecho, lo hacemos con el Ayuntamiento, con la Diputación y con otras entidades como el Cetece, que también ha tenido una primera experiencia en el tema de la innovación y la posible patentabilidad. Sin embargo, creo que a nuestros empresarios les falta saber decidir qué es aquello que les distingue en sus procesos, productos o eficiencia y ser capaces de dar el paso para protegerlo, explotarlo y crecer en tamaño. 

Castilla y León solicitó 1.854 registros de marca en 2020, lo que le hizo pasar del 8º al 7º puesto a nivel nacional. El número de solicitudes de patentes experimentó un incremento del 47%, hasta las 84, y colocó a la comunidad en quinta posición. Finalmente, la región experimentó en la variante inventiva de modelos de utilidad un incremento del 197%, pasando de 155 solicitudes en 2019 a 461 el año pasado. ¿Cómo valora estos datos?

Son datos muy positivos. Los modelos de utilidad, por ejemplo, son una figura muy útil porque es la forma más rápida de obtener un derecho y explotar en exclusiva una invención. Al analizar los solicitantes, muchos vienen del entorno de lo público -universidades, centros de investigación, hospitales o consejerías- y esa fuerza motriz que tienen este tipo de entidades para que las empresas de su entorno también patenten se ha notado. 

Como digo, es muy positivo, porque significa que el empresariado de la comunidad empieza a darse cuenta de que para crecer, para conseguir financiación, para salir de su entorno y para mejorar necesita la propiedad intelectual.

Centrándonos en Palencia, ¿cuáles son las fortalezas y debilidades de la provincia para convertirse en un espacio atractivo para la innovación empresarial?

Tenemos la cultura, la gastronomía y el turismo de calidad. Eso es un apoyo, pero tenemos que hacer crecer nuestra industria agroalimentaria ligada al cereal, al sector vinícola, al lechazo, a la carne de ternera, etc. Creo que tenemos palancas que pueden aunar nuestros valores con la innovación. Veo una gran oportunidad de fomentar un centro de empresas tecnológicas en ese entorno agroalimentario y de seguir impulsando sellos de calidad y denominaciones de origen que ayuden a que esas empresas compitan agrupadas. 

La situación está cambiando, pero aún son muy pocas las mujeres al frente de grandes compañías. A lo largo de su trayectoria, ¿se ha encontrado con dificultades por el hecho de ser mujer?

La verdad es que en mi carrera profesional no he encontrado absolutamente ningún obstáculo por ese motivo. Llevo muchos años en esta empresa, ahora somos más de 130 y el 65% somos mujeres, así que aquí ese problema no lo tenemos. Los entornos son cada vez más profesionales y tenemos la oportunidad de seguir posicionándonos.

Es usted una palentina de pura cepa. Tiene familia en la capital y regresa a ella cada vez que puede. Sin embargo, también es el ejemplo de persona con talento que ha tenido que emigrar para desarrollar su carrera profesional. Ahora que la pandemia ha impulsado el teletrabajo y ha puesto de relieve las ventajas de vivir en pequeños pueblos y ciudades, ¿valora usted la posibilidad de regresar a su ciudad natal?

A mí Madrid me encanta, pero sí, la pandemia me ha llevado a esa reflexión. En nuestro caso ya teníamos implantado el teletrabajo voluntario un día a la semana, pero ahora que estamos trabajando en remoto con toda la naturalidad sí que me estoy haciendo un planteamiento mixto Madrid-Palencia que me está encantando, porque me podré quedar con lo bueno de ambos sitios. 

En ese sentido, quiero poner en valor el AVE. Creo que ha sido un gran adelanto para Palencia y me parecen muy bien las iniciativas del Ayuntamiento y de la Diputación para incentivar esa gran ventaja. Igual que las lanzaderas hacia Valladolid, habrá que dar el mismo servicio hacia Palencia.