Juanma Terceño

El hecho gastronómico

Juanma Terceño


Dos siglos de latas

05/05/2021

Muy curioso el origen de los alimentos enlatados, en el cual algo tuvo que ver el mismísimo Napoleón, quien premió con 12.000 francos al confitero Nicolás Appert por inventar en torno al 1795 una técnica de conservación de alimentos, metiéndolos en tarros de cristal herméticamente cerrados e hirviéndolos durante cierto tiempo… método que pudo explicar científicamente Pasteur unos años más tarde. Napoleón buscaba un sistema eficaz de conservación de los alimentos para que los soldados pudieran llevarlos consigo durante las guerras; sin embargo, este invento no se puso en marcha, por lo pesado y dificultoso de transportar estos tarros de cristal. 
Philippe de Girard y Peter Durand dieron un paso más utilizando recipientes de hojalata y convenciendo de su pragmatismo a la mismísima Royal Society de Londres, en el año 1810, lo que les permitió vender la patente a Bryan Donkin, quien poco después abrió en Cornualles la primera fábrica de latas de conserva de Inglaterra, envasando alimentos para la Royal Army, fábrica a la que siguió ya en América la de William Underwood en Nueva Orleans.
También resulta curioso el hecho de que el abrelatas no se inventara hasta unos cuantos años después. Durante casi medio siglo las latas se abrían a bayonetazos, martillazos, con navaja o incluso a tiros… hasta que en 1855 llegó un abrelatas que parecía una hoz bastante pesada, en 1866 se patentó la llave incorporada a la lata para su apertura, o ya en 1925 el abrelatas de rueda dentada, quizás el sistema más utilizado hoy en día para aquellas que no incorporan un abrefácil.
Como fan de las latas de conserva, especialmente de las de pescado, me han resultado muy llamativos tanto su origen como la tardanza en inventar un método sencillo para su apertura. Igual esto nos puede hacer pensar que no «todo está inventado» como muchas veces oigo desde el conformismo de algunas personas, y seguro que hay muchas formas o artilugios sencillos para facilitarnos la vida, que conoceremos en los próximos años, y que echando la vista atrás nos parecerán tan elementales que habrá incluso quienes se lamentarán por no haber sido sus inventores o inventoras. Así que con su permiso me retiro a pensar, a ver si se me ocurre algo bueno…