Jesús Mateo Pinilla

Para bien y para mal

Jesús Mateo Pinilla


El recado

04/10/2022

El recado del escritor de café eran los útiles para escribir, su estilográfica, las cuartillas y el tabaco. Se le servía cada mañana, por los camareros a César González Ruano para trabajar en el Gijón. Él se quitaba el sombrero, el gabán y con el café aparecían sus telares de escritor, su recado, como a él le gustaba decir.
Entonces al café se iba a charlar, discutir, a enterarte de lo que pasaba en Madrid, en el mundo y a echar unas cartas. Álvaro de Luna, el marido de la guapa palentina Carmen Barajas, era compañero de mesa de ese precioso vicio del alba que era comprender la vida desde el café.
Yo acudo cada mañana vallisoletana al Imperial, donde Carmen la propietaria forja albóndigas extraordinarias, calandracas que decía mi colega Manolo Martín González, quien gustaba de acompañarlas con una copa de vino blanco tras estudiar en la noche, para desvanecer la depresión que le sobrevolaba y acabó con su existencia. Allí trazamos un grupo de amigos las directrices del nuevo Orden Mundial desoyendo Agendas, ordenes de Bilderberg y tesis conspirativas.  
La media mañana es del viejo Lucense renovado, con libro y apuntes. Las contraportadas son un recogedor de textos esbozados. Suelo ocupar una mesa en la terraza o si refresca junto a la antigua puerta de acceso al local antes de ir a los toros. Allí te atendía Juan, quien me regaló muchas tardes de compañía en el patio de su casa rural en Ciguñuela, al pie de la iglesia. Hoy jubilado, tras cambiar el lito por la dirección de su hostal, previo paso por la política.
Y un hombre pulcro en el vestir, acicalado en las formas, arranca del País con su café las vicisitudes de la ministra Teresa Ribera, la de las energías. Es su suegro Enrique Bacigalupo, que llega desde Herrín de Campos al bar-confitería de Cubero en Rioseco cada mañana. El juez tiene a sus hijos bien colocados, el marido de Teresa es consejero de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencial. Las sagas de        izquierdas.
La opinión del antiguo juez fue determinante en el juicio de Gómez de Liaño y en la ley de la eutanasia, por eso alguien con mala idea le asemejó al Doctor Muerte.