Aislamiento voluntario con oración

J. Benito Iglesias
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Las 17 dominicas de clausura del monasterio de Nuestra Señora de La Piedad en la capital, con tres hermanas de más de 90 años y dos que se acercan, afrontan con inquietud la pandemia y restringen al máximo el contacto exterior

Aislamiento voluntario con oración

Las 17 hermanas dominicas de clausura de la Orden de Santo Domingo de Guzmán, que habitan en el monasterio de Nuestra Señora de La Piedad junto a la plaza de San Pablo en la capital, afrontan con inquietud intramuros la situación generada por el coronavirus. Sin que la comunidad haya cambiado mucho su día a día, la oración -ahora más si cabe por quien sufre la enfermedad y los fallecidos- ocupa un tiempo importante en el confinamiento, en su caso voluntario y no exento de un ocio y momentos de conversación mayor, ya que el obrador de repostería del que obtienen su sustento permanece cerrado por el estado de alarma.

«Somos 12 monjas en la comunidad propiamente dicha, con otras cinco más en formación, cuatro de las cuales son profesas temporales y una novicia. Del total, hay tres que tienen más de 90 años y otras dos están muy cerca de esta edad», señala a Diario Palentino Sor María Jesús, que explica que todas «se encuentran bien de salud gracias a Dios».

La pandemina, como al resto de la sociedad, obliga a la hermanas a cambiar también sus relaciones dentro y fuera del entorno conventual. «Estamos más aisladas de la gente que vive fuera que antes. Podemos salir a nuestras compras y necesidades como acudir la médico o lo que haga falta. Estos días como mucho se fue a la farmacia y  a realizar análisis por prescripción médica y poco más. Estamos con mucho cuidado», resume.

Aislamiento voluntario con oraciónAislamiento voluntario con oraciónSor María Jesús concreta que las residentes de avanzada edad son atendidas por otras hermanas que llevan equipos de protección individual por precaución. «Llevan guantes, macarillas y batas especiales para apoyarlas en el aseo y a ellas se suma una axuliar de geriatría de fuera del convento que acude a ayudarlas», indica.

Respecto a lo que acontece a diario en el recinto monacal, sostiene que los acontecimientos en torno al coronavirus preocupan e invitan aún de forma más acusada al rezo de la comunidad. «La primera semana de aislamiento aprovechamos para hacer los ejercicios espirituales y todavía algún padre dominico venía a celebrar misa. Ya el domingo fue el último día y se ha remodelado el horario para ver la eucarístía con una pantalla grande y un proyector. Lo hacemos a las nueve de la mañana a través del canal youtube y la oficia monseñor José Ignacio Munilla, que fue obispo de Palencia. Nos unimos a iniciativas como el rosario desde Fátima, la bendición y el Padre Nuestro del Papa Francisco. También hcemos sonar las campanas a las 12 del mediodía como marca la Conferencia Espiscopal», apunta.

Sobre los enfermos y fallecidos por la pandemia manifiesta que las dominicas lo viven con mucha preocupación. «Aunque nos los conozcas llevamos dentro el dolor y el sufrimiento de todo el mundo. Son hermanos nuestros y familias que ni siquiera pueden visitar y dar cariño y cercanía a los enfermos, ni realizar un entierro de la forma habitual al no poder acudir más que los muy allegados. Es muy doloroso en todo el mundo. Tenemos hermanas que son de Paraguay y Brasil y allí ha empezado también el confinamiento», se lamenta.

pararse a pensar. En cuanto a una sociedad que no está acostumbrada a un prolongado aislamiento en sus casas, sor María Jesús cree que se puede aprovechar para cambiar el ritmo actual. «Hay que tomárselo como una oportunidad de detener el tiempo y pararse a pensar. A veces vivivimos tan deprisa que no nos da tiempo a saber ni quiénes somos ni lo que hay dentro de cada uno. También, como ha dicho el Papa Francisco, en estos días las palabras perdón, por favor y gracias deberían estar especialmente muy en nuestras bocas. Facilitar la convivencia y hacerl más agradable a los demás está en nuestras manos. Los nervios del día a día se pueden relajar y ahora hay tiempo para hablar más», enfatiza.