José María Ruiz Ortega

Estampas rurales

José María Ruiz Ortega


Tierra de Campos

07/08/2021

Para entender este vasto territorio, dentro de Castilla y León, en sus cuatro provincias -Palencia, Valladolid, Zamora y León- hay que pisar el limo, conocer sus pueblos de adobe, caminar por sus campos, sus calles y estar integrado en la uniformidad de su paisaje. La lectura de verano termina y empieza en Tierra de Campos, que Jorge Praga apellida «Infinitamente». Invita a recapacitar al escuchar la voz de la gente, a recordar y fijar imágenes olvidadas, recordando un mundo que se va diluyendo en la modernidad. Menos pesimista que Macías Picabea en sus noveladas vivencias terracampinas o la descrita realidad de otro viajero en esta tierra, Jesús Torbado, que denominó «tierra mal bautizada». Justo González Garrido dejó escrito que hay que pisar el terreno, sus caminos, seguir el curso de sus arroyos y hablar detenidamente con sus gentes.
Muchos son los autores y poetas que pisaron sus villas y ciudades, desde el río Valdavia hasta el Esla, desde Osorno hasta la Lampreana de Zamora que se prolonga en las lagunas de Villafáfila. Marcelino García Velasco, desde Astudillo como frontera del Cerrato y Tierra de Campos, nos invita a la reflexión de la anunciada despoblación: «De pronto nos envuelve encajonada la luz, la tierra hecha paredes. Aunque se ha roto el tiempo entre la paja que aprisiona el barro, parece que todo va a vivir en un momento: las piedras, las menudas acacias de la plaza, los carros en un rincón sin pulso abandonados». Pero todo se renueva y es posible. 
Esta Tierra de Campos «infinitamente» se acerca a la realidad, lejos de pesimismos, se equipara geográficamente por su identidad y los cambios que parecían imposibles, vive su existencia si repasamos los libros de viajes del último medio siglo. Hay que evitar caer en la ancestral polémica que tantas veces hemos encontrado en este extenso territorio de villas y aldeas: iglesias imponentes, ermitas olvidadas que cuidan los vecinos y protegen de la ruina. Y es que, esta comarca, es tan amplia y de capacidad tan ilimitada que nos recuerda unos versos de Julio Cortázar: «Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos».