Los Adrianes

Fernando Pastor
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Los poderosos nunca les perdonaron que prefirieran tocar para el pueblo

Los Adrianes

Hace años en Antigüedad una tromba de agua impidió que la fiesta grande se celebrara el domingo correspondiente, por lo que se pasó al día siguiente, que al ser laborable no pudo contar con quienes habitualmente tocaban la danza de Garón. Por ello, varios de los asistentes se animaron a tocar unas jotas. Ante los vítores recibidos se decidieron a crear el grupo Dulzaineros de Terrileja (nombre de uno de los pagos más conocidos de Antigüedad), formado por Jorge, Juan Antonio, Evaristo, Ampelio, Gonzalo y Dela.

Aunque viven fuera del pueblo, desde entonces cada año en las fiestas acuden a Antigüedad y tocan la dulzaina, la caja, el bombo y las cencerrillas. Y por el acompañamiento de que gozan, parece que el relevo generacional lo tienen asegurado.

Cerca de allí, en Baltanás, en el año 2005 se creó el grupo Dulzaineros del Cerrato, bajo la batuta de Miguel Ángel del Río. Tocan por los pueblos de alrededor.

Los AdrianesLos Adrianes Pero sin duda, los dulzaineros más afamados del Cerrato fueron Los Adrianes. En los años 30 del siglo XX fueron considerados los mejores dulzaineros de Castilla y se decía que incluso de España.

Crearon escuela, en la que se formaron muchos alumnos que después destacaron.

El nombre les venía por el apellido, Adrián. Eran el padre, Ramón, y sus hijos Segundo, Antonio, Domingo, Jesús y Ramón.

Ramón, nacido en 1901, fue director de orquesta y compositor. Construyó dulzainas muy perfectas de sistema Bohem, inspirado en los clarinetes, con gran capacidad sonora que permitía el acompañamiento con orquesta, más largas de lo normal (más de 40 centímetros, con 18 llaves), confeccionadas con madera de ébano que adquiría en el puerto de Bilbao, torneándolas después con una máquina de coser reconvertida en torno. Las llaves las fundía en alpaca en crisoles de barro con un soplete de boca (debido a lo cual enfermó del pulmón), limándolas y puliéndolas con mucho detalle.

De ideología republicana, en las fiestas de los pueblos tocaban para el baile, pero nunca quisieron hacerlo en la iglesia ni en las procesiones, ya que las consideraban una expresión de clasismo: las autoridades delante y el pueblo detrás. 

El malogrado folklorista José María Silva manifestó que Los Adrianes eran grandes músicos, pero los poderosos nunca les perdonaron que prefirieran tocar para el pueblo y no para ellos. 

Todo aquello les acarreó broncas en algunos pueblos, donde les tildaron de comunistas (muy probablemente lo eran).

Durante la guerra, tras un Consejo de Guerra, el 10 de marzo de 1937 las fuerzas franquitas fusilaron a Ramón, el padre, y a los hijos Domingo, Antonio y Jesús, arrojando sus cuerpos a fosas comunes.

Los otros dos hijos fueron encarcelados y obligados a ir al frente con las fuerzas franquistas. 

En 1999 se celebró en Baltanás un festival estatal de dulzaina al que se le puso el nombre de Ramón Adrián.